miércoles, agosto 18, 2010

Flashback

Esta tarde ví a una monja
que me dio clases en la primaria.
Cerraba la puerta del colegio
en el que atravesé casi toda mi infancia.

Apenas nos miramos, como dos desconocidas
que se encuentran en un sueño que al despertar se olvida.

Me di cuenta de lo cerca que estoy de mi pasado,
sin apenas creerlo, sin apenas pensarlo:
el parque, la iglesia, esa escuela de secretos,
la casa en la que conocí a mis padres, aún enamorados.

Y no puedo explicar lo que sentí ante ese ser
de cabello corto y uniforme azul marino,
traída por casualidad de los recuerdos de una niña
a la que dios le rompió el corazón ya hace tanto tiempo.

Quise por un momento detener el auto, decir hola,
preguntar su nombre y quizás hablarle
de la vida en la jaula de mil aves,
del sabor del tequila en otra boca,
del cansancio, del deseo y los errores
con los que se va aprendiendo que el absurdo
no es razón suficiente para un ser divino.

Pero tuve miedo de su imagen hermética
que era exactamente la misma:
misma boca agria, mismas manos curtidas,
misma llave de plata. Esa monja no ha envejecido,
por lo tanto, no ha vivido.
Y para hablar con los muertos
es necesario haberlos querido.

miércoles, agosto 11, 2010

Saliendo de la sombra

La punta de los dedos que se muerden
a sí mismos, sin quererlo, buscando,
no sé,
el aroma a sexo del domingo,
el ajo entre las uñas o el metal
de la barra olímpica en el instante
en que el cielo se vuelve púrpura.

A veces no se sabe
si es hambre, miedo
o ansiedad de estar vivo
en este mundo que no tiene orillas
pero sí muchos precipicios.

Entiendo por qué algunos quisieron
refugiarse en el absurdo de la fe,
y otros en el amor absoluto
que no existe.

Prefiero a ese hombre
que mira a una mujer
y piensa que anda como flotando
en su propio universo
sin responder a las miradas de los otros
pero siempre encontrando la de él.

Estamos tan solos, querido mío,
es tan difícil durar en el tiempo de la carne,
que quizás solamente queda
la pasión prolongada en el esfuerzo,
la elección,
la lucha por sobrevivir al secreto.

Los nombres a veces sobran:
alguien ya nos nombró cuando nacimos
y de todas formas vamos
sin saber quiénes somos,
tropezando
hacia la salida
del tunel oscuro del infierno.

Anoche, recordando los ojos de mi amante
pensé:
"porque amo, porque siento,
no soy una sombra..."

miércoles, agosto 04, 2010

Reflejos

Él se reflejaba en los espejos de mi casa,
en los que solamente yo tenía permiso
de aparecer.

Y mirarme fijamente, tratando de entender
las razones de esa necesidad
de huir constantemente,
de abandonar las rutinas
apenas construídas
de oler el cambio, ensayar el abandono
y desdecirme de todas las caricias maternales.

El pavor que el "para siempre" me provoca
proviene de la certeza
de que atar a alguien de esa forma
es una modalidad de la crueldad.

Uno que muta, se refleja y cambia
no puede permanecer anclado a una sentencia
de esas sucias
que se llaman promesas.

Pero ese hombre se reflejaba en los espejos
de mi casa.
Esos que son sólo míos
y de los desvaríos.

domingo, agosto 01, 2010

Ensayo de un hombre

Conozco a un hombre sin más convicción que la guía de su mirada.
Es inocente y malvado como los niños, por eso tiene intacta la paciencia.
Deshace mañanas enteras, construye noches en las que se bebe
como la gente grande y se come en largas sobremesas de canciones
y ensoñaciones de humo azul, serenas como el tiempo que perdí
aprendiendo que lo importante siempre es cualquier cosa.

Ese hombre que va y viene sin tropezar más de lo debido
tiene un sombrero, una mujer cuya silueta se adapta a cada extraña
y un número de la suerte que está a punto de aparecer.
Las sábanas de su cama son azules y el techo de su habitación
está lleno de burbujas de agua en las que duermen los nombres
de las niñas pequeñas y grandes que sonrieron a su lado.

Conocerle las esquinas es un arte de ciegos
y reinventarle los músculos un trabajo de agua caliente,
jabón y temple matutino.

A ratos ama. A ratos duda. Se muestra y no sé si sabe
que lo que veo en él me quita un poco la orfandad
de los reproches del miedo y me devuelve el poder
milagroso de salvar a mi ciudad de la horca.

Y eso jamás me podría lastimar.

martes, julio 27, 2010

Fuera del mundo

El tiempo de las pequeñas gotas
que resbalan por la comisura
apenas descrita de unos labios
es algo que no forma parte del mundo.

Las horas de los amantes
que se dedican a explorar
universos de texturas y gruñidos,
a medir
el impulso y la provocación,
no forman parte del mundo.

Tal vez
por eso flotan
y son casi desdeñados por aquellos
que no sienten la misma cosa.
Observarlos es
un espectáculo lento de sonrisas,
roces y trasgresiones,
miradas y ensimismamientos.

Y eso le recuerda al espectador
que lo mejor del mundo
es
irremediablemente
estar fuera de él.

martes, julio 20, 2010

Temporada de alacranes

Vamos a ensayar los aplausos
que se dan después del tiempo de mentir.
Es simple, sólo se trata de unir las manos
repetidas veces y celebrarlo todo
con una estúpida sonrisa de satisfacción.

Así de fácil, tanto como
acariciar a una gatita de ojos confusos
o comer con el más guapo de los hombres
en horario castigado por darle largas,
aunque yo sepa que también me quiere.

Tanto como los mares, los mensajes, la comida
que se guisa a media tarde mientras pienso
en las palabras y toda esa facilidad sorpresiva
que me hace apostar una esquinita del alma
y andar toda la tarde la ciudad sin reconocerla
mas que en una ausencia que me sabe demasiado bien.

Y no prometer, no preguntar, no bailar de día,
seguir marcando ciudades e islas en un mapa
hasta el momento del escape
cuando comencemos a unirlas con puntadas de hilo rojo.

Es temporada de alacranes y cuando los veo
ya no grito, ni huyo ni llamo a mi padre.
Les pido permiso de pasar
porque estoy descalza y no quiero despertar del todo.
Ellos no me han hecho nada, esta es su casa
y yo sólo voy de paso...

jueves, julio 15, 2010

Querido

Corazón, amorcito,
dulce bestia con sombrero.
Yo soy la niña que se acuna entre tus brazos,
la pérdida candorosa del decoro y la lealtad,
el puente entre tu infierno y el mundo,
de la mano por el parque,
alimentando a los caracoles y a los presos.

Para que se apiade de ti el destino
hace falta que le regales uno de tus dedos,
ese, mi favorito, el que gira la rueda de la fortuna
en nuestra isla atada a la tierra,
dudosa entre querernos o condenarnos
si no somos capaces de llegar a ella.

Mi niño hermoso, mi terrible error,
me vale madres el mundo,
treinta metros cuadrados son mi reino
si vienes con tus mariposas asesinas
a bailar y tejer planes posibles
tan viables que ya me mareo
y todavía no llega enero...

miércoles, julio 14, 2010

Vidas paralelas

Para Enrique.

Conozco gente que trabaja y construye
enamorada de sí misma u odiándose discretamente;
personas que pasan por la vida como se pasa por la fiebre,
aguantando, sobreponiéndose al miedo, viendo hacia afuera
y omitiendo con cuidado la brutalidad de la muerte.

No es un mundo fácil. Harían falta
millones de mujeres nobles de brazos largos y suaves
que cantaran al oído de las almas de piedra,
deshaciendo todo el daño que nos provocamos
por ceguera, por frío, por desamor o por niebla.

Y de pronto ese par de ojos que podrían ser transparentes,
tan, tan lejos, en la tierra perfecta de la lluvia
me recuerdan que hay sonrisas imperecederas,
aventuras con consecuencias como oportunidades,
temblores en cada mirada que se deja reflejar.

¿Cómo se puede ser cómplice, amigo, amor
con la traba de los años, con la historia a cuestas
y la perra soledad que nos hace desandar cada camino?
Tú me diste una respuesta, tú te me apareces y me cuentas
una vida plena que transcurre paralela a esta.

miércoles, julio 07, 2010

Un poquito de poesía

¿Para qué sirve escribir líneas que glorifiquen
lo que ya de por sí es perfecto?

"Sin palabras", dices, como las piedras
y se me quedan en los dedos los temblores,
cada vez es menor la oportunidad de la ternura,
de los encuentros entre bestias,
la bendita inconsciencia sin culpa o consecuencias.

Necesito
un poquito de poesía para sacarte
brevemente de entre mis piernas,
convertirte en materia de mi mente
y salvarme de revivirte
cada vez que cierro los ojos.

viernes, julio 02, 2010

El amor de mi vida

Está hecho de carne y botones
que se fueron cayendo en las avenidas,
por la velocidad y ese vicio imposible
de dejar pedacitos de sí mismo como pistas.

Lo reconozco en las espaldas-refugio
que a veces me presta la vida, juto a una ventana
siempre sin estrellas, pares de ojos
que están vivos como animales olvidados.

Ha sido mio a ratos, sobre las letras,
siempre en los sueños, en las promesas,
esas tonterías que decimos sin pensar
y que luego masticamos dolorosamente en el tiempo.

Y no me atrevo a invocarlo, espero a que regrese
quizás esta vez con nombre propio,
aburrido de ser muchos, decidido a tener vida
y a matarme de amor con su muerte.