lunes, enero 30, 2006

Sueños

Ante la presencia ineludible de la desaparición, primero duermo, luego pienso y siempre siento. No sólo se muere la gente, también se deja de hablar, cambia de vida, de ciudad, de conocidos. Las personas entran y salen de la existencia de los otrs con naturalidad, pues lo normal y recomendable es el cambio.

Quizás duela tanto vivir la muerte del otro porque se cancela todo reencuentro. Otro tanto, por ver reflejada nuestra propia muerte. Mi cuñado tiene razón al resaltarlo: toda relación de amor, de amistad, siempre terminará en una tragedia, en la desaparición del otro o la de uno mismo.

Hoy no lloro. He dormido todo el domingo y mis sueños me dicen cosas que no me atrevo a pensar. Vivo más allá de la conciencia y cuando despierto hay unos brazos que me sostienen. En estos días he bebido, platicado, jugado y reído, por el miedo que tengo de perder a los que quiero sin vivirlos.

Porque sueño, no estoy muerta. Porque en mis sueños vienen a sonreír los que se han ido, no están tan lejos, después de todo.

martes, enero 24, 2006

Para ti, querida y frágil amiga

Dora Alicia Benitez Herrera
(1971-2006)

Siempre me pregunté por qué quisiste ser mi amiga. Más allá de tu perfecta capacidad para vestirte de un mismo color de los pies a la cabeza, de tener tiempo para hacerte las uñas, el cabello y la sonrisa, supiste antes que yo que estábamos hechas de la misma materia blanda. Por eso me elegiste y desde entonces no te pude ni te quise separar de mi vida.

Anduvimos por los caminos de la pronunciación inglesa los martes después de trabajar, cuando la casita de Amores era el centro de operaciones. Me enseñaste a pasar el tiempo deshebrando al mundo, mirando el aspecto sentimental de cada trivialidad, analizando la lógica imposible, queriéndonos aferrar a alguna clase de destino.

Nadie como tú para fugarse conmigo entre cervezas y canciones; la mejor para recorrer este mundo vulgar con elegancia, para recuperar la inocencia a bordo de tu impecable camioneta, bajo tu mirada fascinante, en las diligencias más comunes que un par de amigas pueden realizar.

***

No puedo seguir adjetivando. Doralí, la reyna-princesa, murió este domingo sin dejar explicaciones, cosa rara en ella. Quiero decir que pocas veces vemos a las personas como realmente son, y ella no sólo se mostró a sí misma, sino que me ayudó a mirarme mejor, a pensarme e, incluso ahora, a conocer, otra vez y de la forma más dura, la cercanía de la muerte.

Más sobre ella:

Reina de porcelana

miércoles, enero 18, 2006

Tiempo sin paleta de sandía

Hace frío, más que ayer. Sin embargo, he decidido que esta sea la semana de las faldas y salgo con las piernas descubiertas, la piel helada y como de gallina, y es que estoy cansada de que el clima me determine.

El aire que se cuela entre mis rodillas me despierta del letargo: ha sido un largo duelo y me empieza a cansar este cansancio, salir todas las mañanas con el cabello atado, tener tan poca facilidad para la risa y el acercamiento.

A la hora de la comida por los dominios del asfalto, me pega el sol en los muslos y me río: estoy demasiado viva y por más que existan el pasado y el futuro lo siento, en ese instante determinado que sólo se convierte en presente cuando omito a mi conciencia. Estoy ahí, cruzando el parque, voy por cuatro pesos de tortillas, la piel se me calienta y me siento ser.

Antenoche nos demostramos la facilidad con la que se crean momentos especiales. Abrir pacientemente una botella de vino de 1967, sentir nervios de que esté arruinada, encontrar el líquido perfecto y equilibrado tras ese corcho guerrero y estar como bobos mirando el reflejo en la servilleta, metidos en un rojo que no era rojo pero que nos introdujo en un estado indeterminado del tiempo, que nos dio la cena perfecta para celebrar solo un momento más, el estar ahí, en la cotidiana Narvarte, uno al lado del otro y sonriendo, llenando de vino los silencios y de silencio las sonrisas.

Seguramente poco más hay que se pueda llamar alegría, y fui consciente de ello.

(Se me viene a la cabeza la imagen de la dulce anfitriona de la rosca de reyes; de su monarca al lado, sonriendo como un pequeño; de un extraño que guarda cada vez menos silencio, juguetón con gorra-bufanda, dueño de la sonrisa del enigma; de Juanito y su fiesta triunfal, llena de gente y encuentros de una noche sin minutos).

El tiempo es mucho más que tres estados.

miércoles, enero 11, 2006

No es abandono...

Es solamente que hace mucho frío, que se cruzan las fiestas (con todos sus preparativos y secuelas), se atraviesan los que escriben con sus casas, sus amigos y sus realidades, el trabajo y la casa compartidos.

Tengo varios discos de fotografías que desempolvar, una empresa que administrar, la estufa para
sacarle todo el calor necesario y una cita conmigo misma para seguir describiendo matices.

Los quiero mucho, y hasta he podido observarlos y escucharlos en vez de leerlos y escribirles, ¡y también es un buen cambio! Ya voy regresando, creo.