miércoles, diciembre 07, 2005

la trampa de las palabras

Últimamente las palabras han cambiado de peso específico. Ya no puedo atarlas como antes en líneas y ponerles destinatario o publicarlas para todos o simplemente guardarlas en una carpeta o un cuaderno emborronado.

Las palabras se van llenando de humo negro cuando camino por Patriotismo: todavía les veo el ribete porfiriano en los edificios que ocultan jardines, pero que serán estacionamientos públicos en breve.

Se me escapan histéricas las palabras cuando escucho la excavadora de los departamentos que construyen enfrente mío. Los pájaros se comieron mis palabras cuando se largaron de esta ciudad grisácea.

Hay otras que se quedan en la línea del celular. Son las más tontas, las de "nos vemos mañana", "te espero ahí" o peor, "luego te llamo, luego te aviso". Por la noche se escurren por la tarja de la cocina, reptan como cucarachas en la coladera.

Toda yo me he extendido sobre lo que miro y está todo tan fuera de la hoja, de la pantalla, que de pronto me doy cuenta de que aquello que le da coherencia a mi vida, a todas estas tontas definiciones y calificativos, imperantes frases y trilladas fórmulas, no será dicho jamás.