jueves, septiembre 30, 2010

Nota aclaratoria

No me hago responsable por la lectura
que pueda tener la expresión "te quiero",
ni por las miradas que ellos creen
que son suyas cuando voltean a verme.

Ya sabes que tengo la lengua fácil
y que me gusta casi todo, casi siempre.
Has visto cómo me enamoro indebidamente,
dibujo los contornos del otro, los míos
y después echo todo por tierra, llorando.

Excepto lo que vale la pena,
lo raro, lo que no puede definirse.
Se me quedan los misterios enganchados,
toman nuevas formas, son demonios
que me permiten seguir estando sola.

Mis padres nunca se dijeron "mi amor"
y por eso solamente sé querer. Aprendí
a sonreír para compensar a la muerte:
en el fondo nunca creo en nada
y muy pocas veces en alguien.

Soy la dulce madre de la patria
que desaparece suavemente
asustada de los plazos forzosos.
Creo en el amor sin tiempo
y en los hijos que tendremos,
aunque sea sobre el papel.

Lo que tiene palabras, lo que no,
este arte no es sencillo, no es un arte,
es prudencia, reconocimiento de la especie.
No somos animales, tampoco dioses,
vivimos de nuestras ludopatías, sabemos
bailar y permanecer por poco tiempo.

Hay una esquina imaginaria en este libro,
en la que somos profetas y sabemos amar.
No debemos confundir un par de conceptos
pero es inevitable, somos humanos.

-No te engañes. Somos otra cosa.

miércoles, septiembre 29, 2010

Poema al Viento

No llores hermana, no,
por mala que sea mi suerte
porque ni la misma muerte
hará que te olvide yo.
Son de la noche.


Voz perdida, cascarón de luna,
diluida entre equívocos y verdades.
Tono de mis labios quebrantados,
piedras de río en la garganta
que quieren remoler lo irremediable.

Te encuentro en la belleza del instante:
somos impuros, estamos expuestos
pero aún en la cúspide del mundo,
queriendo ser y no reconocernos
en el camino hollado del futuro.

Me arrebaté la voz con la que cantaba.
Callaste, no había más qué decir.
Agrieté esa música que amaba
y tú escuchaste para recordarme
lo que somos y de lo que no se habla.

Aquí estamos, después de siempre,
haciendo relatos y preguntas.
¿Por qué? No sé decirlo,
estoy muda de sorpresa y tiempo,
soy mis ojos, soy la imagen del momento.

No sabemos lo que sabemos,
tropezamos ávidos de ser
al final de lo que somos;
tenemos la certeza del querer
que se sobrepone a cualquier cómo.

El destino es lo indeterminado:
jugar nos define, nos salva, nos condena,
pertenecemos al aire y al mar,
a la carretera y a los sueños.

Duele el silencio, la risa hiere,
esta vida nuestra y de los otros
lastima en el error, por siempre.

La noche pierde el nombre,
bailamos sobre las estrellas,
lentamente, la voz vuelve...

miércoles, septiembre 22, 2010

Un par de días

Va más o menos así:
empieza la cuenta y no sé qué va a pasar
entre la madrugada tibia de mi cerro
y la noche acurrucada detrás del recuerdo
de tu espalda, dibujada con tensiones.

Hay mujeres cuyos cuerpos son derrumbes
de mejores carnes y sonríen disculpando
el paso estúpido del tiempo y del olvido.
Las saco del espejo, hablamos de sus hijos,
la comida y las calaveras en mi cuello.

Detrás de la caja está el niño feo de uniforme
que tiene siempre medio cuerpo solamente
y no sabe qué hacer con la amabilidad
porque es el final de su turno y piensa
en largarse a olvidarme en su casa.

Entre los números y las estructuras
que sostienen las ilusiones más vulgares
-tú las inventas, yo las pinto de colores-
nos vamos mordiendo sin inocencias,
trabajando estas ansias que atraviesan.

Estoy tan cansada que podría dormir contigo
después de hacerte pedazos y volverte a armar,
una vez huída y encontrada en el olor turbio
a humedad, letras y besos que traes encima,
cuando vuelves a ser un niño, me acaricias
y lo único que importa es que te quiero.

Pero antes hay una mesa con mezcales
agua de jamaica para cenar riendo consejos;
antes hay un par de días para gruñirte entre líneas
y reclasificar a los demás según su especie;
antes vuelvo a casa con esa canción, la misma,
sólo yo me escucho desearte, afilarme las uñas
y encontrarme debajo de la lengua la alegría
de no intentar esperarte, nunca más...

sábado, septiembre 18, 2010

Hipótesis

Me gustaría poder decir que te conozco
los párpados mientras duermes respirando
y que eso me hace estar un poco más cerca
de los sueños que nunca recuerdas.

Quisiera pensar que hay un ritmo justo
en el que caminamos, flotamos sin hablar
y que esa realidad hace que la ciudad
no grite desquiciada por un rato.

Puedo, de hecho, decir que cuando gruñes
yo dejo de pensar y pierdo la mirada.
No soy ni eres, solamente está la luz
que sigue su curso y nos enciende.

Si he de cambiarte el nombre para poder
quererte a la mitad justa del tiempo fijo
y evitar que lloremos otra noche, he de quebrar
tantas palabras dichas y escritas.

Y recordar que eres una especie de bestia,
lo que no evita que seas un buen tipo,
un niño que se alegra con lo simple
y un hombre de pulso firme que mira al vacío.

Pero el deseo, querido mío, es el mal,
se mete en la sangre y distorsiona los acuerdos.
Solamente la alegría y el juego lo salvan
de no ser también la muerte.

De nuevo sobre el tablero tomo el turno,
recupero la calma y pienso en acariciarte,
como esa vez, mientras cantábamos,
cuando te saqué a bailar de entre las sombras,
y te besé sabiendo lo que siempre supe...

Que solemnes no servimos para nada,
que la inmovilidad es enemiga de la vida
y que de todos mis demonios eres el favorito
solamente porque sabes sonreír.



lunes, septiembre 13, 2010

Astromelias

Nada más del nombre me enamoro
pero también tienen algo de fiera
esas pequeñas, como besos explosivos
con un discreto olor a pólvora.

Pintas de tigre, duración de suspiro,
mis astromelias se abren
contenidas en la transparencia
doble del agua y el cristal pulido.

Pura intensidad sin perfume,
niñas del campo,
hermosas y traviesas como yo
cuando se me olvida el tiempo.

Cuando mueren no se queman
como las rosas que hacen
de la casa un cementerio:
se les va el color muy despacito,
se transforman en hierba que palidece
hasta que ya no sabes si existieron.

No duelen, no hacen ruido,
tienen paso de nube, voz de trino
y como tú, cuando te pienso,
se van diluyendo en el recuerdo.


viernes, septiembre 10, 2010

Pequeñísima locura...

Así es esto, amor mío, de ir construyendo otro siglo.
Nadie sabe qué dirán los libros de texto del futuro
acerca de estos días superficiales en los que sabemos
el estado de ánimo y la música del otro, ignorando
si sus noches son de leche y pan o de alcohol e insomnio.

Este tiempo asqueroso de muertos que omitimos.

Así es, Mirada de Locura, nada sabemos
porque nada existe, vamos caminando en línea recta
o entrenando sobre la banda de un aparato que nos forma
como si hubiera razones para correr,
direcciones qué tomar, ideas qué materializar.

Este tiempo asqueroso de muertos que omitimos.

Así es, amigo mío, creo religiosamente en el hubiera,
única perfecta verdad a la cuál aferrarse.
Sigo con el optimismo triste, la cursilería de ciudad,
tratando de no tocar las convicciones, de besarte sin pensar,
de hacer el plan A, B y Z para cada momento
y confirmar que no me gusta perder, que no voy a perder
porque conozco la falta de solidez de este mundo
que ni siquiera
tiene la decencia de estar hecho de papel.

En el rango de las posibilidades me muevo por preferencias:
amor vivo antes que labios sin compromisos,
puta enloquecedora antes que novia triste,
musa de los extraños antes que amiga de cafetería,
hija egoísta antes que devoto miembro de familia mexicana,
planeadora de accidentes antes que víctima sin consciencia.

Este tiempo asqueroso de muertos que omitimos.

Hoy traigo el desquiciamiento en la piel y no hay problema,
solamente que me largo a buscar besos y tragos, canciones
que me hagan reír, olvidar o recordar mi cuerpo...




martes, septiembre 07, 2010

Madre

Mi madre nunca supo lo que era una madre.
Por eso ella y yo tuvimos que ir buscando,
cada una por su lado,
el significado que puede tener el conocer
aquí afuera lo que estuvo tan dentro.

Hermosa joven, tiene cabello largo,
ojos grandes, manos de sangre luminiscente
y una cuchara de madera para darle vuelta
a los pensamientos sin abrir la boca fresca.

Mujer dulce, que esconde el terror
del que es dueña, los secretos tristes
de saber que dar la vida es quebrantar
todas las ilusiones y dejar que el otro crezca,
se retuerza, yerre, sufra, sienta
y construya lo que puede ser sin violentarlo
con mentiras o pendientes inmediatos.

Servir sopa caliente, remendar roturas
con abrazos invisibles, miradas largas,
besos de tierra que sólo plantean una pregunta...

Una madre debiera no tener más nombre
que el del tiempo del hogar, que no transcurre:
esos ojos que se prenden de tus ojos
al momento de nacer, reconociendo
la separación que comienza y nunca,
nunca se termina...


Neblina, el día que nació (gracias, V).

lunes, septiembre 06, 2010

Padre

Un hombre que invita a la ley,
ojos húmedos sin sueño, risa
que sin complicar matiza.

Para mi padre querría hacer una oración
que capturara la verdad de cada "no" que me regala,
pero no puedo, no es una idea ni un recuerdo
no está hecho de admiración, él es real.

Me enternezco los huesos el viernes por la noche
en la cocina, ron con coca-cola e historias,
despensa de soltero, madera que no se apila:
en movimiento nacen las siluetas,
reyes feos, felinos de anacahuita
que rugen al silencio de nuestra montaña.

Mi padre me enseña los caminos sencillos
y me recuerda el paso del tiempo.
Tiene la capacidad de la solidez
y el arte de la soledad,
la paciencia de ver a las mujeres retorcerse
en sus propios laberintos y sonreír
de pura ternura cuando mira las melenas,
las uñas y los dientes que no besan:
es que él me enseño a no ser una niña,
a valerme como ser humano,
a usar los poderes que todos tenemos.

Pero además
me presta su nombre cuando olvido el mío,
su mano cuando creo que caigo,
su voz cuando no puedo escuchar
más que el ruido ilógico de mi alma confundida.

No debiera hablar de él así,
este no es un homenaje solemne:
Arturo,
el hombre que me dio algo más
que la posibilidad de la vida.

Ese es mi padre.


miércoles, septiembre 01, 2010

A veces


Para el Barón Rampante.

Yo soy algo más
que una chica de falda negra
sonriéndole a extraños y conocidos,
usando la amabilidad como forma de trabajo
y escuchando atentamente las historias de otras gentes.

Soy una niña
desesperada que canta
en la fila del tormento de motores,
observando a los extraños sin nombre de cada día,
y devolviéndole la mirada a quien se deje ser humano.

También soy una amante
que observa paciente las evoluciones
de las manos tatuadas que acaricia los domingos
y teje pensando en las sorpresas que le da la realidad
mientras recuerda las palabras de la noche, sin acabar de creerlas.

Pero a veces
soy una mujer de carne
que se escapa por las tardes y se sienta
a la mesa de un amigo y agradece el rato
en el que sólo vale el ritmo de la tarde y de las luces.

Cuidamos del mundo,
acariciamos los detalles y sabores,
el tiempo se suspende con el juego de las gatas:
hablo, hablas, la vida se aclara a través de la cerveza
y todo queda de nuevo en su lugar con el calor de un plato de sopa.