miércoles, septiembre 28, 2005

Desobligada siempre he sido y...

No he matado esta página, es sólo que otras páginas se me van escribiendo sin palabras. Quisiera tener el tiempo de describir el vino, la noche y las gotas de agua que se escurren por la ventana. Armar párrafos acerca del vinil con agua, del correr de los cabezales y la tinta, dejar aquí mis besos y reclamos.

Pero se suceden los días. Estos visitantes entran y salen de pronto, en carne y hueso, de mi vida. Dejan sus comentarios, sus voces y sus conflictos en la mesa de mi casa, en las calles de Tacubaya, bajo el sol mojigato, querido tío nasty, de San Pedro de los Pinos.

Pero pronto volveré. Bueno, en realidad sigo aquí (no he encontrado a quien me quite, que no sean los minutos que se me escapan).

miércoles, septiembre 14, 2005

Cuento de lluvias

Érase una vez un viaje extraño a un lugar desconocido. El calor agobiaba a la mayor parte de la población. Los jóvenes se escondían detrás de barras y mesas, la calle era un sitio habitable sólo por las noches, cuando la luna anunciaba un poco de viento y alivio, aunque las piedras claras de las casas siguieran irradiando chispas que se pegaban a los zapatos como insectos de luz.

Por mucho que lo intente, no puedo mas que tener una visión difusa de ese pueblo, sus calles y sus pobladores. Tan arraigados parecen, a la vez tan dispuestos a volar a rumbos lejanos. Y mientras pienso y siento no escribo, más bien voy saboreando las imágenes con gusto a tierra y a sol, retomando mi vida con las ganas de robar un poco de esa calma con la que se pasan los minutos (había olvidado que existían esos lugares), tan ajena a esta ciudad.

Voy sonriéndole a la luz por la ventana mientras baja y trepa de nuevo: un poquito de tibieza antes del aguacero, un poco de tiempo para no verlo pasar tan deprisa, un poco de cariño, que golpear a los otros, sobre todo a los queridos, resulta absolutamente innecesario en este territorio.

El dolor y los golpes vienen solos. Prefiero dedicarme a querer.