martes, julio 24, 2012

Amarillo


No cierres los ojos:
evita
el esfuerzo de abrirlos otra vez.
Permanece inmóvil,
respira despacio
y mira
la luz amarilla
que dejamos encendida
para no tropezar con nuestros sueños.

Imagina
que somos fugitivos:
el enemigo se acerca,
invisible y cruel,
hace que tus miembros pesen
y que tus pulmones oprimidos
se colapsen por el miedo.

Como este calor
que nos hace poner barricadas
para que el sol se quede afuera.
Huimos de las calles sin sombra
para prevenir el colapso
que mata a los ancianos
con piel de papel y sueño fácil.

Y entre los dedos hilvanamos
el hilo de cualquier conversación
que nos mantenga en la terraza
con una jarra de cerveza
mientras las horas pasan.

Hasta que se termine
otro largo día de trece horas
y volvamos a la madriguera,
pegajosos y casi inconscientes,
desalentados
porque las entrañas de la casa
están cargadas de energía,
se han cocido al vapor que entró por las rendijas
y tenemos que dormir
en este cuerpo blanco que agoniza. 

martes, julio 03, 2012

Y recordar...

Muerdo el hueso del melocotón
contra las astillas de mis dientes:
duele dulce como las cosas que suceden,
la gente que camina por las calles,
los gritos, las palabras, la esperanza
que se disuelve después de un buen sueño.


Leo y veo: me regresa la idea
de que como grupo no sabemos
hacer otra cosa que subsistir o perseguirnos.
Hablar de conquista y derrota,
conquistarnos, abusarnos, abandonarnos,
dividirnos y, pasando el tiempo
ir diluyendo la rabia.


Habría que recordar que jugar
a la representación no es participar.
Y que amar, trabajar, crear,
responder por los actos propios
y actuar con congruencia
es más real y más difícil
que solamente pedir o protestar.