martes, julio 27, 2010

Fuera del mundo

El tiempo de las pequeñas gotas
que resbalan por la comisura
apenas descrita de unos labios
es algo que no forma parte del mundo.

Las horas de los amantes
que se dedican a explorar
universos de texturas y gruñidos,
a medir
el impulso y la provocación,
no forman parte del mundo.

Tal vez
por eso flotan
y son casi desdeñados por aquellos
que no sienten la misma cosa.
Observarlos es
un espectáculo lento de sonrisas,
roces y trasgresiones,
miradas y ensimismamientos.

Y eso le recuerda al espectador
que lo mejor del mundo
es
irremediablemente
estar fuera de él.

martes, julio 20, 2010

Temporada de alacranes

Vamos a ensayar los aplausos
que se dan después del tiempo de mentir.
Es simple, sólo se trata de unir las manos
repetidas veces y celebrarlo todo
con una estúpida sonrisa de satisfacción.

Así de fácil, tanto como
acariciar a una gatita de ojos confusos
o comer con el más guapo de los hombres
en horario castigado por darle largas,
aunque yo sepa que también me quiere.

Tanto como los mares, los mensajes, la comida
que se guisa a media tarde mientras pienso
en las palabras y toda esa facilidad sorpresiva
que me hace apostar una esquinita del alma
y andar toda la tarde la ciudad sin reconocerla
mas que en una ausencia que me sabe demasiado bien.

Y no prometer, no preguntar, no bailar de día,
seguir marcando ciudades e islas en un mapa
hasta el momento del escape
cuando comencemos a unirlas con puntadas de hilo rojo.

Es temporada de alacranes y cuando los veo
ya no grito, ni huyo ni llamo a mi padre.
Les pido permiso de pasar
porque estoy descalza y no quiero despertar del todo.
Ellos no me han hecho nada, esta es su casa
y yo sólo voy de paso...

jueves, julio 15, 2010

Querido

Corazón, amorcito,
dulce bestia con sombrero.
Yo soy la niña que se acuna entre tus brazos,
la pérdida candorosa del decoro y la lealtad,
el puente entre tu infierno y el mundo,
de la mano por el parque,
alimentando a los caracoles y a los presos.

Para que se apiade de ti el destino
hace falta que le regales uno de tus dedos,
ese, mi favorito, el que gira la rueda de la fortuna
en nuestra isla atada a la tierra,
dudosa entre querernos o condenarnos
si no somos capaces de llegar a ella.

Mi niño hermoso, mi terrible error,
me vale madres el mundo,
treinta metros cuadrados son mi reino
si vienes con tus mariposas asesinas
a bailar y tejer planes posibles
tan viables que ya me mareo
y todavía no llega enero...

miércoles, julio 14, 2010

Vidas paralelas

Para Enrique.

Conozco gente que trabaja y construye
enamorada de sí misma u odiándose discretamente;
personas que pasan por la vida como se pasa por la fiebre,
aguantando, sobreponiéndose al miedo, viendo hacia afuera
y omitiendo con cuidado la brutalidad de la muerte.

No es un mundo fácil. Harían falta
millones de mujeres nobles de brazos largos y suaves
que cantaran al oído de las almas de piedra,
deshaciendo todo el daño que nos provocamos
por ceguera, por frío, por desamor o por niebla.

Y de pronto ese par de ojos que podrían ser transparentes,
tan, tan lejos, en la tierra perfecta de la lluvia
me recuerdan que hay sonrisas imperecederas,
aventuras con consecuencias como oportunidades,
temblores en cada mirada que se deja reflejar.

¿Cómo se puede ser cómplice, amigo, amor
con la traba de los años, con la historia a cuestas
y la perra soledad que nos hace desandar cada camino?
Tú me diste una respuesta, tú te me apareces y me cuentas
una vida plena que transcurre paralela a esta.

miércoles, julio 07, 2010

Un poquito de poesía

¿Para qué sirve escribir líneas que glorifiquen
lo que ya de por sí es perfecto?

"Sin palabras", dices, como las piedras
y se me quedan en los dedos los temblores,
cada vez es menor la oportunidad de la ternura,
de los encuentros entre bestias,
la bendita inconsciencia sin culpa o consecuencias.

Necesito
un poquito de poesía para sacarte
brevemente de entre mis piernas,
convertirte en materia de mi mente
y salvarme de revivirte
cada vez que cierro los ojos.

viernes, julio 02, 2010

El amor de mi vida

Está hecho de carne y botones
que se fueron cayendo en las avenidas,
por la velocidad y ese vicio imposible
de dejar pedacitos de sí mismo como pistas.

Lo reconozco en las espaldas-refugio
que a veces me presta la vida, juto a una ventana
siempre sin estrellas, pares de ojos
que están vivos como animales olvidados.

Ha sido mio a ratos, sobre las letras,
siempre en los sueños, en las promesas,
esas tonterías que decimos sin pensar
y que luego masticamos dolorosamente en el tiempo.

Y no me atrevo a invocarlo, espero a que regrese
quizás esta vez con nombre propio,
aburrido de ser muchos, decidido a tener vida
y a matarme de amor con su muerte.