lunes, julio 25, 2005

Ambientes creados en conjunto, sonrisas de la noche
Viernes de jazz en el Zinco
Foto: Xamiru

Lo que tengo...

Yo tengo un diente quebrado, que no me duele pero amenaza con separarse de mi un día. Tengo tres deudas con la muerte, una espera interminada para cualquier etapa de la vida y la virtud de largarme siempre en el peor momento.

Tengo tantos miedos que a la hora de ser feliz olvido cómo transmitir esta alegría. Una mente retorcida, un alma por demás ingenua, una ternura hacia lo que amo que rebasa todo afán de egoísmo. Tengo esta ciudad que se disuelve, como bien dijimos sin reflexionar, en demasiadas realidades superpuestas, de las que nunca saco nada en claro (que no sean los cambios del viento entre los edificios maltratados y ruidosos).

Tengo los domingos para que duren más de una semana y siempre alguien a quién imaginar, con quien repasar la programación ficticia de los libros en voz alta, a quién soñer mientras sueña a mi lado.

Tengo en fin, hasta el espacio necesario para construir ambientes, que se vuelan en segundos pero quedan sólidos como recuerdos en una barra empapada, en una mesa con voces de agua, en medias luces y trompetas. Nada que haga uno solo, esto siempre ha sido un trabajo en equipo.

viernes, julio 22, 2005

reconquistando la risa

Se me nublan los sonidos cuando salgo de esta manera a la mañana. No hay suficiente humedad en el ambiente, soy una prolongación de mis sueños y mis desidias y ni el agua caliente, ni el café a tragos enormes, me ayudan con la fragilidad de las personas. Suena un bolero en el radio, detrás de mi hombro derecho. Más allá se ríen los montadores de imágenes, se escucha el teclado facturando, las computadoras devuelven rayos ignorados por todos.

Anoche miraba varios pares de ojos en un lugar que poco a poco se convierte en mi casa. Y eran extraños, miraban hacia puntos diferentes. Vi unos oscuros y pequeños, analizando amablemente, tiernamente podría decir, los muros blancos de las viejas construcciones. Otros acariciaban las cosas con la sensatez de quien tiene pocos recuerdos, iban y venían, bulliciosos y nuevos. Y esos que miraban el plato, el rinconcito del suelo, a los demás en ángulos difíciles, como el sol por las tardes antes de esconderse. Ojos para poblar historias, esta mi historia reconstruida desde la tristeza con retazos de risas e ideas.

La otra mirada era la de una calma gustosa, esa mirada que me puso en la silla con todos esos ojos, frente a la cacerola, en un estado permanente de asombro y alegría. Todo esto es como un sueño, en el que nadie tiene un rol asignado, las personas son como de cristal, frágiles y complejas, y mientras regreso a esta normalidad me queda la estela de cariños que no tienen nombre posible, porque nunca han sido sentidos de esta forma.

Hermoso por extraño, dulce por tranquilo, sorprendente por alegre. Mi vida va de nuevo llenándose de colores.

lunes, julio 18, 2005

torrentes

Puedo observar silenciosamente la euforia ajena. El mundo es demasiado complicado (dicen los que lo complican) como para sacar en limpio una mirada. A veces necesito horas de contemplación para que una persona se vuelva real, sobre todo se ha sido durante días y días una fantasía, muchas caras tras un nombre ficticio.

Y no es sólo encontrarte con el cuerpo de almas que conoces y reconoces. Es salir cada día a estas calles sabiendo que el rumbo es incierto. Ningún oceano fue más confuso jamás, pregúntenle al capitan sin tripulación.

Y yo soy tan ajena a la verdad (cuando no la encuentro), tan purista con mis conviccones (cuando estoy asustada), tan tímida (cuando el mundo me da de golpe en la mandíbula), tan eufórica (cuando siento el amor detrás del hombro), que no puedo ni definirme apropiadamente. Sólo voy aferrada a una línea del futuro sintiendo mi cuerpo y sorteando el torrente de mis decisiones.

Estaba yo involucrada en una cooperativa de reciente creación, con la ruta de salida de este caos a la tierra, a miradas más cercanas a la vida, a risas más sencillas en las que se podía bailar y sentir a los otros. Y era lunes otra vez pero poco importaba, porque todo hacía sentido inexplicablemente, y las razones para vivir estaban claras, al menos por ese día.

lunes, julio 11, 2005

De vuelta en este mundo

No registro las nuevas formas de la vida.

Atravesar la Huasteca con toda su exhuberancia y descubrir en tus preguntas mi ignorancia sobre el mundo de las plantas, sudar el sol implacable de la costa del golfo, descubrir que las curvas que llevan a Tecolutla son mucho más viejas que las ansias de modernidad.

Pasar todo un día en la playa (el día de mi cumpleaños, por ejemplo) y olvidarme de todo excepto de ti, buscar el lugar más apartado de las vendedoras de empanadas, de las chicas que trenzan el cabello, quedarnos con las olas y con los libros y con la risa que es cortesía tuya, siempre.

Como rata de ciudad he vuelto, llena de ronchitas de sol, mordidas de arañas, piquetes de mosquitos. Negra, negra como siempre pero más, dorada y ajena a este mundo de colores que es mi mundo, pero que bien podría dejar de serlo en un futuro cercano.

Todo está bien. La marea legendaria del Mar del Norte me llega en forma de libro; la Baja California viene a abrazarme imprevistamente, y mis nuevos cariños, entrañables y desconocidos, persiguen a un tal Belascoarán en un juego de talentos que me hace sonreír. El mundo es mejor de lo que esperaba, sobre todo en lunes.

miércoles, julio 06, 2005

Sobre el sueño

Y en el desvelo pueden correr los minutos como cera derretida: transparentes al principio (ni se sienten), se van poniendo turbios hasta que definitivamente cuajan inmóviles sobre las dos de la tarde.

Arrastro mis ojeras con mansedumbre. A mi todos me engañan, hoy es viernes y no miércoles, me lo dicen el tráfico estúpido de Patriotismo, la falta de actividad del teléfono, el sol que se esconde después de la tormenta de anoche, ese amigo que podría ser un espejo desquiciado de lo que yo misma soy, con frases tristes como el otoño, con pronósticos que terminan en una cama, sin compañía y tres sueños de ola y arenita nada fina.

Pero dicen todos que es mitad de semana, que estar aquí con mis huesos dormidos tiene sentido, que los cumpleaños se celebran (pero hoy se lloran), que los mares se cancelan hasta el sábado, que el vino se deja sobre la mesa mientras dormimos, vamos al médico, trabajamos para guardar otros cien pesos en la alcancía.

Nada más transcurro fumando, esperando la nueva lluvia de hoy, tu llegada y los nuevos juegos que inventemos drogados por el cansancio. A veces habría que cancelar el trote de este mundo para descansar y sentir.

lunes, julio 04, 2005

Canto rodado

Piedra de río, lavada por el tiempo de mis calmas, me recuerdas la frescura de los tiempos tranquilos de esta ciudad. Ríes como si la vida que vivimos estuviera llena de lagos, como si los manantiales no se hubieran secado o entubado, como si anduviéramos sobre la hierba y no sobre este asfalto que hierve chicloso en el calor y se encharca suciamente en la lluvia.

Corres sobre las horas como agua y si me quito los zapatos, camino en ti, te amoldas al arco de mis plantas, vamos juntos bajo el agua como sobre esta tierra. Piedra a ratos muda, cantas para mi como por milagro, imprevista y tímidamente.

Siento nostalgia de un pasado de relatos, del que quedan sólo pedacitos de parques y fotos sepia de afluentes. Pero poco a poco se va volviendo añoranza de un futuro que se puede construir a partir de nuestras bocas. Este es el imperio de lo nuestro, la fantasía más real que haya sentido.