viernes, agosto 22, 2008

Carta (a prueba de agua)

Für Herr Typke

I'm not gonna worry about it anymore
It seems like I should say
as long as this is love...

Counting crows

Aparece en el buzón, arrugada y reseca, después de haber pasado por una inundación quizás, probablemente un saqueo. El papel, las letras en tinta azul, la falta de fecha (¿cuándo demonios estuviste en ese castillo, ojos blaugrau?). Mi cazador de detalles dice que venía en un sobre y aunque llame por teléfono, en horas o a deshoras, en tu casa contesta una voz impersonal para que deje un mensaje.

Quería decir que sí, aquí también pasa el tiempo lento y veloz al mismo tiempo. Las personas siguen siendo abismos atemorizantes o planicies seguras y soleadas, muchas veces ambas. Mi cabeza es como la pared de mi cuarto, una mezcla de recuerdos aislados y olvidos propuestos para armar una idea más o menos rescatable de los demás.

Y es que me duelen tanto a veces...
Y es que los quiero tanto a veces...

Pero sólo tú entendiste lo que significaba para mi decir "te amo" y por eso contigo los "a veces" se acabaron hace mucho, mucho tiempo.

sábado, agosto 16, 2008

Nuestra casa

La casa que habitamos
no puede albergarnos cada día.
Es grande y se llena de una luz
quebrada en los espejos de la noche;
pierde el nombre poco a poco
y se resuelve quieta en otra mañana.

Refleja la mirada sorprendida,
que distorsiona nuestros cuerpos
tan distintos que se amarran,
contorsionan a la sombra y despedazan
la definición del mundo.

Húmedo es el tiempo que llamamos nuestro,
carente de sintaxis, ciego de nacimiento
(¿pero qué falta puede hacerme ver
cuando tocar lo es todo?).

Nuestra casa de seda,
con muros de plata
y ventanas que nunca se cierran,
suspende los jadeos en el aire,
da a la fuerza su verdadero sentido,
revela el milagro de la sangre.

Y en el punto en que me dejas sin palabras
una vez más
sonríes.

miércoles, agosto 13, 2008

Puntuación

I am covered in skin
no one gets to come in...

Counting Crows

Retomar el hilo de una conversación abandonada años atrás, perdida entre sueños de alguien que ya no se es. Iniciar un texto sobre una hoja en blanco (una hoja que ya ni siquiera existe necesariamente). No importa el comienzo mientras se declare como tal, todo es voluntad de decir, escribir, hacer.

Y vienen los párrafos largos, exuberantes constructos como peleas con la realidad, batallas por expresar sentimientos, ideas, identidades. Juegos suculentos de insinuaciones, monosílabos provocadores que contienen universos de significados, tramposos significantes que atrapan al ser en su particularidad.

Coma, punto y coma, espacio. Guiones que acotan dramáticamente, como en un escenario; paréntesis que son como decir un secreto al oído en mitad de una fiesta ruidosa; capítulos que se abren y cierran en la imaginación.

Y de pronto un silencio, líneas en blanco, una tras otra, para decir, no diciendo, el miedo. La duda, el fastidio de haber comenzado algo que eventualmente tendrá un final, la respuesta no esperada, la frase incorrecta, el movimiento mal planeado que abre una fisura en la sólida muralla del discurso.

A veces son puntos suspensivos, pero casi siempre es punto final.