lunes, julio 31, 2006

fin de semana

Puede ir y venir el tiempo. Pasa una bola de estambre naranja a través del marco de la puerta, seguida de la gata Mariano, preparada para jugar y olvidarse del lloriqueo un rato. La oficina huele a incienso con su nueva alfombra recién descubierta y suena una canción grabada en vivo hace mucho tiempo.

La carne se cuece y esperamos entre canción y canción, jugueteando con la peluda, en un lunes pacífico después de tanta fiesta, marcha y situaciones de todo tipo.

Don Keso y su aniversario con un dejo a reventón de la escuela, con Dj's invitados supliendo con la buena intención el arte de mezclar. Chicas con vasos, meseros alegres y Charly dueño y señor de la noche y sus alegrías, ni siquiera distraído por el mismísimo señor de la Cantina Irremediable o el fantástico Chuco y sus aventuras increíbles por verosímiles.

Después la marcha, otra vez la reconciliación con mi ciudad a través del milagro de dos millones de personas riendo y creyendo, pese a las estupideces que me pueda decir el resto del mundo.

Así me vivo hoy, alegre y descansada, masticando en la jaula de pájaros de mi cabeza las verdades que vi en estos dos días y que no puedo enunciar, pero sí sentir y dejar fluir por mi cuerpo.

Como diría Juanito, Salud.

lunes, julio 17, 2006

Lo que yo viví

Me da tristeza la ingenuidad de las personas que se quedan en casa viendo la tele o escuchando la radio, y que creen que este es un conflicto entre ciudadanos y un cuestionamiento al desempeño de los funcionarios de casilla. Me duele que la misma gente se atreva a hablar mal de las personas que quieren defender su derecho a decidir, tragándose la idea de que todo esto es un berrinche de AMLO.

Yo no soy perredista, ni activista política, ni defensora del Peje. Pero sí una ciudadana de este país tristemente lastimado que no creía que estuvieramos todavía en un punto tan lejano a la libertad. Menos choro y más imágenes, aquí está lo que yo ví en la famosa marcha del 16 de julio... A ver qué veo en la del 30 (bien dispuesta a llevar al doble de personas).

Desde el metro San Pedro de los Pinos subió la gente, en pleno territorio de panistas

En el metro Auditorio las personas se hablaban para indicar la salida correcta.

Uno de los "renegados" en el Museo de Antropología. Más que pejejistas, personas preocupadas por el lugar donde nacieron y han vivido.

Rumbo al Zócalo, parecíamos familias rumbo a Chapu en un domingo soleado.

Aunque cada vez se juntaban más, fue normal ver niños en los hombros de sus padres y bebés en carreolas. Nunca se perdió la sensación de tranquilidad.

De una forma u otra, muchos le pusieron significado y alegría a la manifestación ciudadana.

Ya por la Diana, era difícil caminar por la avenida o la banqueta.

Sólo la verdad. Mientras decidamos que alguien más piense por nosotros, no podremos construir nuestra propia verdad.

¿Ven cómo no es tan difícil salir a defender lo que es propio?

El joven abuelo menos triste que de costumbre.

En el Centro no ví negocios cerrados; ni siquiera los ambulantes dejaron de trabajar pese a la cantidad de gente. Nunca vi una aglomeración más respetuosa.

Las fotos aéreas de La Jornada son impactantes. A ras de suelo y atrás de las banderas de Super Barrio (no pudimos llegar más allá del inicio de la plancha del Zócalo) se veía así.


Le tengo pavor a las multitudes, pero es verdad que ví ahí a gente común y corriente, familias con dinero y sin dinero pero con una característica en común: decididos a pensar y con un poco de conciencia con respecto a lo que el pasado ha hecho al país de la abundancia. No quiero seguir viendo morir los sueños, ni la tierra, y por eso estuve ahí.