miércoles, julio 07, 2010

Un poquito de poesía

¿Para qué sirve escribir líneas que glorifiquen
lo que ya de por sí es perfecto?

"Sin palabras", dices, como las piedras
y se me quedan en los dedos los temblores,
cada vez es menor la oportunidad de la ternura,
de los encuentros entre bestias,
la bendita inconsciencia sin culpa o consecuencias.

Necesito
un poquito de poesía para sacarte
brevemente de entre mis piernas,
convertirte en materia de mi mente
y salvarme de revivirte
cada vez que cierro los ojos.

viernes, julio 02, 2010

El amor de mi vida

Está hecho de carne y botones
que se fueron cayendo en las avenidas,
por la velocidad y ese vicio imposible
de dejar pedacitos de sí mismo como pistas.

Lo reconozco en las espaldas-refugio
que a veces me presta la vida, juto a una ventana
siempre sin estrellas, pares de ojos
que están vivos como animales olvidados.

Ha sido mio a ratos, sobre las letras,
siempre en los sueños, en las promesas,
esas tonterías que decimos sin pensar
y que luego masticamos dolorosamente en el tiempo.

Y no me atrevo a invocarlo, espero a que regrese
quizás esta vez con nombre propio,
aburrido de ser muchos, decidido a tener vida
y a matarme de amor con su muerte.

martes, junio 22, 2010

Volar


Yo quería decirte que sobre ese cielo nublado
podríamos lanzarnos desde los tallos de bambú
como pájaros suicidas o exiliados a la mar,
a buscar palabras nuevas que se nos pegaran
como pequeños crustáceos oportunistas
a la lengua, a las alas, a los sueños.

Porque las nubes parecen más cercanas
entre tantos edificios y volar, volar es fácil,
una cuestión de ganas, un paso metodológico,
una decisión que se toma con tendones y falanges,
así como se decide amar, tal como se renuncia a perder,
agitando el viento, ostentando la facilidad.

Pero no te dije nada. Sólo te tomé de la mano
[en mi mente]
y saltamos juntos hacia ninguna parte.

domingo, mayo 30, 2010

Sueño de manzanas


Si de la punta de los dedos de una mujer
cayera la luz que protege a los enfermos,
y de una mirada que se desmorona
dependiera la saciedad del tiempo.

Si curarse del dolor de la existencia
fuera posible, sostenible, viable,
y hablar fuera suficiente para decir algo, entonces,
sólo entonces, sabría que me comprendes.

Y la piel de sol de las manzanas cantaría
con el olor dulce de la carne entre los dientes
y por tu garganta podría correr la melodía
del sabor que sólo quien se come al mundo entiende.

miércoles, mayo 19, 2010

Sobre el suicidio

Tiene, en su soledad,
la trama del tiempo denso
y las tijeras para decidir el fin
en un corte limpio de metal.

Pero le falta la firmeza para decidir
ser su propio juez y verdugo
y tirar por la borda las sonrisas
que aún podrían ser en su amargura.

Aunque nada lo ate y vague
entre el hartazgo y el dolor,
no renuncia a la posibilidad de ser
lo que ha soñado, deseado, negado.

La ilusión lo atrapa en una vida
demasiado tediosa para amarla,
pero suficientemente tentadora
como para conservarla.

No sabía si era amor a la vida
o tal vez adicción a la fantasía,
lo que jamás imaginó era
que el destino no existia.

Todo era, a fin de cuentas,
pura construcción, nunca ilusión.
Y él estaba ya muerto de asfixia
víctima de la inmovilidad.

sábado, mayo 08, 2010

Destrucción



Frente a un cuerpo, otro
y entre ellos el espacio
por el que vuelan las motas de polvo
que se desprenden de las cosas.

Música imperceptible
al ritmo de la cual se desmoronan
el mundo y sus milagros,
la vida y el misterio.

Tan lenta es la muerte
que los pasos de la gente
son como el latido acelerado
de una verdad ignorada.

miércoles, abril 28, 2010

Claridad en los conceptos

Yo
ya no tengo enamorados y no sé
si renuncié temporalmente a las ilusiones
o dejé de confundir ciertos conceptos.

Hace tanto que perseguía
el amor como una perra hambrienta,
tratando de hacerlo caber en el deseo,
de meter las miradas y la piel entera
en el sucio territorio de lo eterno.

Claridad, dice la voz del viento:
una boca es sólo eso y un beso la sustancia
que atraviesa la carne: un lazo delicado,
una cuestión de pericia, la gimnasia del momento.

Querer a mis amigos, amar a mis amantes,
suspender los absolutos y sorprenderme
ante la verdad de los que ofrecen lo que son
a cambio de lo mismo, regalando.


El dolor de corazón es un error metodológico.

miércoles, abril 21, 2010

A veces tengo malos pensamientos

Albert Plá en el Teatro de la Ciudad.


Desde la oscuridad
quisiera olvidar lo irremediable:
ir o venir, estar o desaparecer,
son consecuencias de la confusión
cuidadosamente preservada
de no creerme con deberes para nadie,
ni siquiera para mi...

Veo a esos dos que quise
a unos metros, creo que no me ven,
y están tan lejos como parecen,
perfectos y ajenos ya, ellos,
los que antes llamé mi familia.

A veces los extraño, otras los odio
por su maravillosa ética flexible
que juzga en una sola dirección,
por su carácter de chiquillos terribles,
de mártires sin piedad.

Es que fueron tantos años,
tantos códigos suspendidos
aún empleados separadamente,
tanta amargura llevada a medias
y el dolor entero de crecer en la arrogancia.

Estas querencias no pasan por las palabras
¿Para qué acercarse? No tiene sentido.
Se diluyen en la muchedumbre hacia la salida
y una tristeza vaga me invade aunque no quiera:
Ninguna verdad dogmática resiste argumentos
pero eso no es algo pueda decirles.

miércoles, abril 14, 2010

Apariencias




¿A quién ama el hombre sabio con el turno al micrófono?
¿Qué recuerdo fantasmagórico lo hizo pensar tanto en lo que es?
¿Desayunó bien, le duele la cabeza, tiene gastritis?
¿Cómo era el pensador cuando no tenía canas?

La muchacha comenta al oído de su amiga
algo urgente y preocupante
cuidadosa de no ser escuchada, esperando una respuesta.

Acaso se preguntaba, como yo,
cuál es la magia que sucede entre los individuos
con sus cuerpos y querencias, su circunstancia ineludible,
para construir el encanto de lo social,
para crear la ilusión
de comunidad.

Y yo que sólo veo ojos, intenciones y sentimientos
no puedo acabar de creerme que eso fuera un simposio académico.

sábado, abril 10, 2010

Juegos

Sacar a bailarme,
comenzar a besarme,
aprender a retorcerme.

Olvidar en el rumor de las palabras,
ese nombre que tenía,
aquella historia no iniciada.

Juegos de piruetas incandescentes:
el postre antes de la cena y un beso
me renuevan por un rato
la fe en los extraños.