martes, octubre 14, 2008

Bitácora azorada

Comienza otro mes, se me pierde el hilo de las horas en cumpleaños que se vienen uno sobre otro, en colores y sabores diferentes.

El trabajo se atraviesa con sorpresas que ya conozco: son otras medidas, otros propósitos pero la prisa es la misma vieja entrometida.

Las noches me regalan sueños delirantes en sótanos de tortura y oscuros castillos medievales que robé del libro que estoy leyendo.

Las tardes de sol, aún doradas pero ya frías, se la pasan murmurándome frases escritas por un brillante solitario, en esta misma ciudad, hace setenta u ochenta años. Y regresa el tema de la esperanza y quisiera guiñarle un ojo a Antonio Caso y decirle sí, antiguo y ya muerto compañero humano, la bondad existe y nos convierte en personas.

Un querido amigo tiene un pie en su nuevo barrio; la pequeña Hierbabuena todavía pasa las noches en vela trabajando con el desparpajo habitual y mi artista favorito sigue las extrañas rutas de su profesión con una alegría metódica que yo jamás tendré.

Compartir la cama vuelve a ser una costumbre sonriente y el amor hace que las noches, cortas de por sí, por poco desaparezcan.

Empieza el mes y de pronto está a la mitad. Volveré a abrir los ojos para darme cuenta de que, como a casi todos, me gana el tiempo.

martes, septiembre 30, 2008

Vejez prematura

Para Silvana y Martínez

Prendo otro cigarrillo. Mi cuerpo tiembla levemente, sigo pensando en lo que estoy pensando y omito una reacción física evidente. O dejo que me acaricies, la piel todo lo despierta. Pasas un dedo por una superficie en la que las cicatrices de la infancia se han borrado casi por completo.

Me miro en el espejo y veo otra clase de marcas: hace mucho tiempo intenté imaginar el día en que podría observar en mi reflejo el transcurso de la vida. Ahora puedo hacerlo: veo el rastro de los dolores y la prueba de la risa; las ojeras preocupantes de la escuela y el trabajo, la duda estacionada a la mitad de mi frente. Son apenas esbozos, pero puedo ver claramente lo que seré en algunas décadas.

Me sirvo más vino y escucho hablar a la cantarina que dibuja. Me deja atónita con una verdad, sorprendente por simple: el cuerpo que tenemos es el mismo que tuvimos, el mismo que tendremos. Me dice, nunca somos niños, somos como ancianos en proceso de serlo.

Eso creí siempre, pienso mientras me río por dentro, esta mente sombría y aferrada a las sensaciones siempre ha sido la de una anciana pesimista que busca pruebas con qué refutar sus augurios oscuros, que a veces se distrae con la fantasía de ser aún joven, de amar y moverse, mientras siente el vértigo que provocan los recuerdos: qué cerca parecen, pero qué lejos están.

martes, septiembre 23, 2008

Septiembre de 2007

Hace un año estaba como despertando de un sueño, volviendo a ser yo en sentido exclusivo. Era un tiempo como para bailar cada mañana en el espejo y reencontrarse, brevemente, con recuerdos muy lejanos que crecieron con su propia, hermosa y retorcida historia.

Otra vez era dueña del silencio y no imaginaba todo lo que desencadenaría ese cambio: sin darme cuenta, cada tanto destruyo la normalidad por miedo a ser siempre la misma, y el mundo se reacomoda inesperadamente. Hubo un dolor necesario, otro completamente superfluo y una calma que de alguna forma anunciaba la llegada de los extraños que hoy son entrañables.

Tenía un tatuaje menos y creía que las aulas se habían cerrado para mi. Tampoco recordé el cumpleaños de Patricio y la computadora de casa servía, no como hoy que escribo en el trabajo, escuchando de fondo Radio Universal.

Y de pronto supe que en estos días se cumplía un aniversario de cosas que merecen ser recordadas, como el incremento en la velocidad de la vida, la tercera década cumplida y los amores que siempre importan, independientemente de su belleza o el estilo de sus argumentos.

Otra vez me sorprendí de la facilidad con la que se puede cambiar de vida.

viernes, septiembre 12, 2008

La vida cambia



Mientras crece una hoja verde sobre la jarrita de la mesa, se acumulan las páginas desparpajadas. Los personajes quieren decirte algo, un trazo violento que clama venganza o una suave curva que te jala una cuerda del alma, te acongoja o te hace sonreír.

Quizás es tarde, bebes café y los números son filas de pequeñísimos parásitos negros que te atacan y dominan todas tus horas. A lo lejos los niños y los hombres duermen, sonríes en una canción y piensas que la vigilia prolongada provoca el efecto de una droga en tu cerebro.

Es que la vida cambia, se construye de planes aplazados y esfuerzos enormes en solitario. A veces es una pelea contra la nostalgia, un arrastrar arena en los zapatos, sentir cien veces el infierno vivido y recomponer la normalidad por pura supervivencia.

Otras es reír por un triunfo, conquistar un beso que no derrumbe la paz, bailar donde menos te lo esperas, encontrarte en otros ojos y darte cuenta que ese es precisamente tu lugar.

Quedan los recaditos apresurados a media jornada, las pláticas virtuales de cinco minutos y las citas retrasadas una y otra vez. El relato de las noches de pasión y las sonrisas de los hijos; los enigmas del amor y los incidentes de la oficina.

Mientras, las hojas sobre la mesa siguen creciendo...

viernes, agosto 22, 2008

Carta (a prueba de agua)

Für Herr Typke

I'm not gonna worry about it anymore
It seems like I should say
as long as this is love...

Counting crows

Aparece en el buzón, arrugada y reseca, después de haber pasado por una inundación quizás, probablemente un saqueo. El papel, las letras en tinta azul, la falta de fecha (¿cuándo demonios estuviste en ese castillo, ojos blaugrau?). Mi cazador de detalles dice que venía en un sobre y aunque llame por teléfono, en horas o a deshoras, en tu casa contesta una voz impersonal para que deje un mensaje.

Quería decir que sí, aquí también pasa el tiempo lento y veloz al mismo tiempo. Las personas siguen siendo abismos atemorizantes o planicies seguras y soleadas, muchas veces ambas. Mi cabeza es como la pared de mi cuarto, una mezcla de recuerdos aislados y olvidos propuestos para armar una idea más o menos rescatable de los demás.

Y es que me duelen tanto a veces...
Y es que los quiero tanto a veces...

Pero sólo tú entendiste lo que significaba para mi decir "te amo" y por eso contigo los "a veces" se acabaron hace mucho, mucho tiempo.

sábado, agosto 16, 2008

Nuestra casa

La casa que habitamos
no puede albergarnos cada día.
Es grande y se llena de una luz
quebrada en los espejos de la noche;
pierde el nombre poco a poco
y se resuelve quieta en otra mañana.

Refleja la mirada sorprendida,
que distorsiona nuestros cuerpos
tan distintos que se amarran,
contorsionan a la sombra y despedazan
la definición del mundo.

Húmedo es el tiempo que llamamos nuestro,
carente de sintaxis, ciego de nacimiento
(¿pero qué falta puede hacerme ver
cuando tocar lo es todo?).

Nuestra casa de seda,
con muros de plata
y ventanas que nunca se cierran,
suspende los jadeos en el aire,
da a la fuerza su verdadero sentido,
revela el milagro de la sangre.

Y en el punto en que me dejas sin palabras
una vez más
sonríes.

miércoles, agosto 13, 2008

Puntuación

I am covered in skin
no one gets to come in...

Counting Crows

Retomar el hilo de una conversación abandonada años atrás, perdida entre sueños de alguien que ya no se es. Iniciar un texto sobre una hoja en blanco (una hoja que ya ni siquiera existe necesariamente). No importa el comienzo mientras se declare como tal, todo es voluntad de decir, escribir, hacer.

Y vienen los párrafos largos, exuberantes constructos como peleas con la realidad, batallas por expresar sentimientos, ideas, identidades. Juegos suculentos de insinuaciones, monosílabos provocadores que contienen universos de significados, tramposos significantes que atrapan al ser en su particularidad.

Coma, punto y coma, espacio. Guiones que acotan dramáticamente, como en un escenario; paréntesis que son como decir un secreto al oído en mitad de una fiesta ruidosa; capítulos que se abren y cierran en la imaginación.

Y de pronto un silencio, líneas en blanco, una tras otra, para decir, no diciendo, el miedo. La duda, el fastidio de haber comenzado algo que eventualmente tendrá un final, la respuesta no esperada, la frase incorrecta, el movimiento mal planeado que abre una fisura en la sólida muralla del discurso.

A veces son puntos suspensivos, pero casi siempre es punto final.

domingo, julio 27, 2008

Todo lo hice mal

Para los Meteoros (como en sueños, claro está).

La primera boca que besé me regaló el veneno de no existir. La constancia me abandonó cuando se dio cuenta de que hacía más caso de la facilidad. La disciplina, vieja amante, vino y se fue cuantas veces quiso, dejándome al abrigo de la justificación complaciente, de la capacidad para articular coherentemente mis instintos y dejar a un lado mis deseos.

Y yo, que siempre fui una niña hasta hace poco, jugaba a querer y sonreír, a comprometerme y desafiar. Cuando me cansaba abandonaba con sonrisas lo emprendido y olvidaba, como sólo puede olvidar el que evoca siempre. Porque caminé con la melancolía: añorar los futuros a los que renuncié se volvió el mejor de mis vicios.

Y ahora me encuentro, por fin, sola. Después de quebrar, en orden alfabético, las expectativas del otro, y convencerme de que el amor es solamente voluntad y química, puedo volver a besar sabiendo que eso es solamente una boca, un brazo, una mirada que ignoraré por siempre.

Sonrío, escribo una coma y sigo hasta que de alguna parte llega el punto, casi siempre a tiempo. Puedo sentarme aquí a quererte, a quererlo, a quererme, mientras el alto contraste y el olor de los árboles me dice que no, en estos caminos no se puede saber lo que es el bien.


jueves, julio 17, 2008

Una mañana

Es verano, la lluvia hace una tregua. Los niños se esconden en cursos de natación o conciencia ecológica, vacaciones de televisión o visitas a los parientes. Por unas semanas dejan las calles, permiten el reposo de sus madres histéricas, dejan que los demás recordemos cómo es ir caminando para el trabajo sin esquivar autos enloquecidos, tacones atropellados y empujones mezquinos.

El barrio en el que vivo nunca fue un pueblo pero en él habitan los viejos amigos de la adolescencia, que ahora cuidan de sus hijos y en el fondo de los ojos todavía sonríen con inocencia; los padres de convierten en abuelos y los días pierden el peso de antaño, digo medio año como digo veinte, una semana o una espera se alargan por minutos sólidos que parecen eternidades.

La vida tiene planos temporales paralelos que conviven alternativamente en mi cabeza: para un viejo amigo el tiempo se suspende en trazos ensoñados (no andaré nunca por este mundo con cara de palo); el amor se presenta vertiginoso y reposado, el trabajo se extiende hacia adelante como una planicie sobre los meses en blanco... Y el dolor, ese que carece de tiempo, se asoma en un momento cualquiera y me recuerda que también hay historias que -desgraciadamente- no tienen final.


Y vivo así, mezclándome con los ritmos, mientras atrapado en una foto, recurrente y perfecto, sigue el día helado sobre un barco, cuando aprendí lo que significaba la libertad.


Cap San Diego, Hamburgo.

sábado, julio 12, 2008

¿Qué es un tatuaje?

Nada más que tinta y sangre. ¿Y qué es la vida para mi? En pocas palabras, eso. Treinta años y la certeza de que se puede habitar un mundo paralelo, propio...


Gracias a G por presentarme a Kim Ki-duk, a PB por las líneas dibujadas en el viento, a L por los degradados, a HB por acompañarme y a D por la madrugada.