Para los Meteoros (como en sueños, claro está).
La primera boca que besé me regaló el veneno de no existir. La constancia me abandonó cuando se dio cuenta de que hacía más caso de la facilidad. La disciplina, vieja amante, vino y se fue cuantas veces quiso, dejándome al abrigo de la justificación complaciente, de la capacidad para articular coherentemente mis instintos y dejar a un lado mis deseos.
Y yo, que siempre fui una niña hasta hace poco, jugaba a querer y sonreír, a comprometerme y desafiar. Cuando me cansaba abandonaba con sonrisas lo emprendido y olvidaba, como sólo puede olvidar el que evoca siempre. Porque caminé con la melancolía: añorar los futuros a los que renuncié se volvió el mejor de mis vicios.
Y ahora me encuentro, por fin, sola. Después de quebrar, en orden alfabético, las expectativas del otro, y convencerme de que el amor es solamente voluntad y química, puedo volver a besar sabiendo que eso es solamente una boca, un brazo, una mirada que ignoraré por siempre.
Sonrío, escribo una coma y sigo hasta que de alguna parte llega el punto, casi siempre a tiempo. Puedo sentarme aquí a quererte, a quererlo, a quererme, mientras el alto contraste y el olor de los árboles me dice que no, en estos caminos no se puede saber lo que es el bien.
Y yo, que siempre fui una niña hasta hace poco, jugaba a querer y sonreír, a comprometerme y desafiar. Cuando me cansaba abandonaba con sonrisas lo emprendido y olvidaba, como sólo puede olvidar el que evoca siempre. Porque caminé con la melancolía: añorar los futuros a los que renuncié se volvió el mejor de mis vicios.
Y ahora me encuentro, por fin, sola. Después de quebrar, en orden alfabético, las expectativas del otro, y convencerme de que el amor es solamente voluntad y química, puedo volver a besar sabiendo que eso es solamente una boca, un brazo, una mirada que ignoraré por siempre.
Sonrío, escribo una coma y sigo hasta que de alguna parte llega el punto, casi siempre a tiempo. Puedo sentarme aquí a quererte, a quererlo, a quererme, mientras el alto contraste y el olor de los árboles me dice que no, en estos caminos no se puede saber lo que es el bien.
Mientras haya tiempo para (un paréntesis) o -unos guiones- no importa que el punto final se acerque peligrosamente.
ResponderBorrarDelirios electrónicos: este post lo escribí yo, con otro nombre, en otro tiempo. Extraño es encontrar tu memoria en los ojos de otra. Telepatía silenciosa.
ResponderBorrarNunca se sabe si era bueno o malo en realidad, para eso debemos entonces meternos a otra discusión antes de esa, que es el bien y el mal, mejor todo se deja pasar, todo se vive y cuando se ajusten cuentas ahi vemos, mientras no. y una boca, es siempre una boca, como la mueven, como usan el resto del cuerpo es lo que importa, ergo el beso no es una boca, es toda una serie de elementos que lo hacen único, aunque hay quienes hacen esa experiencia única, toda una banalidad
ResponderBorrarsaludos
todos somos dioses a un paso de la oscuridad.
ResponderBorrargracias por venir a mi casa.
te quiero y admiro.
bes+ abrazoo
que bueno que los puntos lleguen a tiempo
ResponderBorrarquizas un punto y coma cambie la direccion del barco de tu sentimiento y lo acerce al muelle del amor
saludos
Tal vez todo lo hiciste mal, porque nadie te enseñó a hacerlo bien. Abrazos.
ResponderBorrarEL Pato Lonas en el mundo de las mates. Por qué no? La estrella pitagórica es la neta.
ResponderBorrar¿Como sigue el 2987?
sorpresa, heme aquí otra vez. paso a saludar y decir que he recomprado mi casita aquí en mundoblog. un gusto volver a leerte.
ResponderBorrarpor cierto, y por lo que me surje de tu texto, no creo que hayas hecho las cosasa "mal". creo que las hiciste de una manera y punto. quizá sea hora de probar otros ojos, qué sé yo...