Es verano, la lluvia hace una tregua. Los niños se esconden en cursos de natación o conciencia ecológica, vacaciones de televisión o visitas a los parientes. Por unas semanas dejan las calles, permiten el reposo de sus madres histéricas, dejan que los demás recordemos cómo es ir caminando para el trabajo sin esquivar autos enloquecidos, tacones atropellados y empujones mezquinos.
El barrio en el que vivo nunca fue un pueblo pero en él habitan los viejos amigos de la adolescencia, que ahora cuidan de sus hijos y en el fondo de los ojos todavía sonríen con inocencia; los padres de convierten en abuelos y los días pierden el peso de antaño, digo medio año como digo veinte, una semana o una espera se alargan por minutos sólidos que parecen eternidades.
La vida tiene planos temporales paralelos que conviven alternativamente en mi cabeza: para un viejo amigo el tiempo se suspende en trazos ensoñados (no andaré nunca por este mundo con cara de palo); el amor se presenta vertiginoso y reposado, el trabajo se extiende hacia adelante como una planicie sobre los meses en blanco... Y el dolor, ese que carece de tiempo, se asoma en un momento cualquiera y me recuerda que también hay historias que -desgraciadamente- no tienen final.
Y vivo así, mezclándome con los ritmos, mientras atrapado en una foto, recurrente y perfecto, sigue el día helado sobre un barco, cuando aprendí lo que significaba la libertad.
El barrio en el que vivo nunca fue un pueblo pero en él habitan los viejos amigos de la adolescencia, que ahora cuidan de sus hijos y en el fondo de los ojos todavía sonríen con inocencia; los padres de convierten en abuelos y los días pierden el peso de antaño, digo medio año como digo veinte, una semana o una espera se alargan por minutos sólidos que parecen eternidades.
La vida tiene planos temporales paralelos que conviven alternativamente en mi cabeza: para un viejo amigo el tiempo se suspende en trazos ensoñados (no andaré nunca por este mundo con cara de palo); el amor se presenta vertiginoso y reposado, el trabajo se extiende hacia adelante como una planicie sobre los meses en blanco... Y el dolor, ese que carece de tiempo, se asoma en un momento cualquiera y me recuerda que también hay historias que -desgraciadamente- no tienen final.
Y vivo así, mezclándome con los ritmos, mientras atrapado en una foto, recurrente y perfecto, sigue el día helado sobre un barco, cuando aprendí lo que significaba la libertad.
1-Sin duda, los hermosos barcos son más libres que los aviones.
ResponderBorrar2-No tener hijos es otra manera de detener el tiempo.
3-Los palos... ¿andarán con cara de humano?
Me gustó mucho tu texto. Muy cierto y terrible: "Y el dolor, ese que carece de tiempo, se asoma en un momento cualquiera..."
ResponderBorraryo a veces creo que eso del tiempo no existe que a veces da brincos con las actividades que uno hace que e empazado a creer que es una realidad que juega como un niño.
ResponderBorrarNo puedo hablar
ResponderBorrarcoincido con Betteo.
ResponderBorrarBesitos hoy y siempre.
Una historia de vida con sus luces y sombras. Hermoso texto. Abrazos.
ResponderBorrarFurtiva: leí esto y pensé que podrías haberlo escrito tú.
ResponderBorrarUn saludo desde la sombra,
Los Meteoros
(aún en coma)
Te dé Dios
Adán
una mujer menos hermosa que Lilit
Sáquela Él de tus costillas
para que nunca quiera abandonarte
Aprisiónala entre tu cuerpo y la tierra
para que no pueda moverse
Todo tu peso caiga sobre ella a la hora de la posesión
Quédate con el frondoso paraíso
que por igual debía pertenecernos
Insípido es para mí el color de estos jardines
Tu carne sonrosada de manso animal
no despierta mi carne
La claridad de tus ojos y del cielo
pone hielo en mi alma
He dicho el nombre del Creador de todas las cosas
su nombre impronunciable que desata los vientos
La inocencia
no significa nada desde ahora
II
Tibias y ásperas y hermosas
son las cavernas donde habito
Díganle a Adán que Lilit prefiere a Samael
ángel de maldad infinitamente más gozoso
ángel que me arrastra en su caída
al embestir mi carne
Díganle que juntos le inventamos rincones al cuerpo
que las lenguas nos crecen como de serpiente
para lamernos sitios
que para Adán
ni nombre tienen
que juntos descubrimos el movimiento de los cuerpos
para darle luego nuestro secreto a los hombres
III
Ha hecho Dios que no pueda soportar las letras de mi nombre
Estoy hecha de fuego
y sólo el fuego de mi imagen me congela
De fuego mi cintura que se quiebra
de fuego el círculo donde se hunde el placer del hombre
de fuego mis piernas
que saben devorar las caderas del hombre
Arde quien me toca
arde y se consume lentamente para siempre
niños y hombres arden
mientras sonriendo
me masturbo
IV
Que no se quede el mundo sin el fuego
Desnúdate en silencio
préndele a la noche llamaradas
arda contigo la mitad del mundo
en el rito de la sangre
Mengua la luna entre mis piernas
muérete en la flama
Mónica Braun
Y así, 33 años y las preguntas vienen más seguido, y tu cuando, es necesario que te cases, ya ten una esposa, ya buscate a alguien. Y si, tengo a alguien por eso debe tener un semblante triste y la mirada perdida al abismo? no, y que los niños se queden mirando la tv, la educación no sirve de nada, no más hay que ver los orangutanes en los que se convierten. No, creo que lo único que aprenden y no olvidan es a manejar con prisa.
ResponderBorrarSaludos
Estoy empezando a analizar tus poemas. Por lo pronto, iniciaré con correcciones ortográficas (espero no te moleste). Después haré lo que hago con los demás poetas, transformo sus creaciones agregándoles cosas mías.
ResponderBorrardice: los padres de convierten en abuelos...
debe decir: los padres SE convierten en abuelos...