A veces es un escenario. Desde mi ventana bailo para ojos soñados que aplauden desde las copas de los árboles, esos pocos por los que amo este barrio. Cuando las palabras no me bastan extiendo esta vida a mi cuerpo, vuelvo a las cumbias desveladas de mi infancia, a la música extranjera de mi adolescencia, a la calma apasionada de las danzas del presente.
Esta ventana es el acantilado de un mar imaginario. Acomodada en su orilla observo pasar las hormigas, los viejos amigos y las ráfagas de viento que anuncian todo el tiempo las llegadas y salidas de galeones a tierras exóticas, pequeñas piraguas al otro lado del río y buques fantasma con historias grandiosas en costales de semillas.
¿Y tu ventana, cómo es?