jueves, diciembre 03, 2009

Desaparición del nombre



Foto: De la serie "Cine Ópera", por Olivia Vivanco.



¿Cuántas veces, de pie, en medio del foro, gritaste al vacío reclamando una existencia? Nadie te escuchó en la oscuridad. El espectáculo había terminado y sólo quedaba el fino polvo de la ausencia cayendo sobre las butacas, reventando de tedio y abandono.

En el ocaso de la vida el nombre pierde su sentido. Eres ahora un cúmulo de historias en desuso, una colección de miradas y lugares desaparecidos ya. La luz es otra, el aire corre con la velocidad de lo incomprensible. Ya no eres, no, y vociferas a ver si logras recordar de nuevo esa palabra que te señalaba, con la cual te reconocías en donde no había espejos.

Llorar no sirve en el imperio del polvo. El agua corrompe la soledad de lo viejo. Sólo tu voz desgarrada tiene lugar, asustando a las ratas que se alimentan de las alfombras, que se guarecen bajo los escombros del techo que una vez brilló.

E mejor sentarse a esperar que el polvo te cubra a ti también, que lo que queda de tu cuerpo se integre a los lujosos desperdicios, que el eco de la vida cotidiana de un futuro que ya no es tu presente carcoma con su vibración los restos testarudos de tu corazón.

Ya no te niegues a morir.

lunes, noviembre 30, 2009

Calzada de Tlalpan - 1

Cuando era niña, pensaba que lo mejor que podría sucederme sería vivir en Calzada de Tlalpan. Pasábamos, en el auto familiar, dejando atrás los comercios alegres, la gente saliendo y entrando de lugares y el sol, que calentaba aquella avenida ancha como un río. El metro pasaba encima como un barco larguísimo y alado en el que creía yo se escondían todos los misterios de la humanidad. Veía casas enormes con ventanas de vitrales, palmeras inusitadas y edificios enormes.

No sabía lo que era un hotel de paso, una puta o un ladrón. Simplemente aquella línea de asfalto era tan larga que abarcaba desde el hervidero de gente que compraba cosas en el centro, hasta las junglas pueblerinas del sur. Y vivir ahí, soñaba, me convertiría en una sabia dominadora de todos aquellos secretos.

Estaba tan lejos de mi casa. Era otro mundo, uno bullicioso y lleno de colores, no como la pequeña privada en Cuemanco en la que solía jugar con mis vecinitos, y la ventana con vista al jardín minúsculo en la que el silencio me envolvía antes de dormir.

Allá, así de lejos, llegaría yo alguna vez.

jueves, noviembre 05, 2009

El arte de aparecer a tiempo

La tarde nublada se congela en un instante largo.
Sin sombra no hay movimiento, sólo un continuo temblar
en las ráfagas grises del otoño.

Te recuerdo al final de una idea precisa
que aparece al borde de la hoja.
Las palabras de un hombre brillante y muerto me regresan
a ese tú que refugia su vida
en la belleza del bálsamo
que dan los pensadores a los desesperados.

No cabe la cuenta de los años,
el tuyo fue un tiempo
que tan sólo
fue hace tiempo.

Por la noche, en mi montaña
reconozco tu mirada altanera, lastimada,
hastiada de ver a los otros, como bestias torvas,
golpearse hasta morir en la tristeza de no habitar el mundo.

Pasan, como han pasado, los días innumerados,
las aventuras que vivimos
(y nunca nos contaremos),
el silencio con puntos suspensivos
que se prolonga indefinidamente.

Nos conocimos en un tiempo de nadie
-que ni siquiera fue nuestro-
separados por una vida entera desde el primer momento.
Y los amores desiguales
sólo pueden vivirse en la sorpresa.

Y así apareces, sin quererlo nadie,
en el campo de mis descubrimientos.
Cobra sentido un recuerdo
y tengo que encontrarte para contártelo
como si al leerlo, hubiera sido creado.


***


Te llamo, contestas.
Todo sigue como siempre:
dos extraños que se entienden
porque aprendieron a hablar la lengua de lo inmortal.

Una vez más, apareces a tiempo.

jueves, octubre 22, 2009

Qué pasa cuando tu mente es una jaula de pájaros enloquecidos.

Había tardes de cristal
que se quebraban con el leve soplo
de las evocaciones coloridas del pasado.

Venía un recuerdo vertiginoso,
quizás de color amarillo, aroma intenso
formas redondeadas,
y chocaba contra la fragilidad del instante
se apoderaba de todo,
caía en leves gotas el minuto
convertido en absoluto flotante
una unidad que absorbía todo
borraba el peso de los grados centígrados
hacía transparentes los colores del mundo
y sólo le permitían evocar.

viernes, septiembre 25, 2009

Gota

Dijiste:
"es una posibilidad que se agota",
y lloraste dulcemente
un agua derramada de antemano
por tus brazos, tus muslos exhaustos,
quebrada imperceptiblemente
en una grieta diminuta
por la que se escapaban pedacitos de sueño.

Luego, con la calma de ser
una recipiente medio vacío,
te quedaste callada como las plantas,
aprendiste a cantar como las hojas cuando crecen
y poco a poco germinaste la sonrisa
de los días nublados,
los encuentros inesperados,
las sorpresas que de tanto desearse
suceden.

Ya no pensabas entonces
en una posibilidad que se agota
habías pasado siglos sobre el mundo
enraizando en la misma tierra
y ahora te ibas llenando
el cántaro roto de los ojos.

Y dijiste, girando sobre las nubes
"Ahora quiero
una posibilidad que sea gota".


S, gracias por la frase.

jueves, septiembre 10, 2009

Amor verdadero

No bastaron todas las palabras
de su lengua y las del extranjero,
con su presunta arbitrariedad
llena de evocaciones, significados
y deliciosos equívocos.

Esas hermosas palabras,
con largas estelas de recuerdos,
colores y sabores siguiendo sus nombres,
imperceptiblemente cayendo en los oídos,
arrancando sonrisas o muecas,
elevando o desterrando ilusiones.

Hizo falta hablar, escribir pero sobre todo
y después de cierto punto, callar.

Observar a su lado, abandonar lo sublime
y convertirse otra vez en sólo una persona,
para poder verla con claridad:
toda piel, sonidos y olores,
desnuda completamente de semántica,
lista para ser creada otra vez.

jueves, agosto 27, 2009

Dilución

Mordía el pan con la punta de los dientes
como si escarbara dentro de la roca
indestructibe de la ansiedad.

Entonces las lágrimas desamparadas
corrrían imaginariamente
(había abandonado la costumbre del llanto
cuando supo que era inútil)
y los muertos que para él estaban vivos
la golpeaban señalando su ausencia
haciéndola recordar las risas,
las voces, la piel tibia
que ya no existía más.

Pero como todo, pasaba
tarde o temprano, se diluía
y el mundo volvía a tener luces
los muertos se acomodaban en la ignorancia
y volvía a sonreír,
agradeciendo secretamente que su especie
tuviera el don de la volubilidad.

lunes, agosto 24, 2009

Vigilante

¿Quién va a cuidar del tiempo ahora?
Los minutos se han desordenado y esos,
los años que marcamos para crecer,
perdieron la esquinita de color
que usábamos para distinguirlos.

Ahora que ando con un nombre
que es el mío,
me doy cuenta de que nada es definitivo
como creímos en los días tiernos,
pero el silencio duele quirúrgicamente,
con la precisión de los desconocidos
que nos clavan la mirada y desaparecen
dejando un trozo de espejo
fijo entre nuestros ojos.

viernes, agosto 07, 2009

Lluvia



Camina sobre el pavimento.
Aunque sea el año más seco, llueve
y te mojas alegremente,
caminas adusto con tu paraguas
o corres a guarecerte
en la primer marquesina que encuentras:

Las gotas de lluvia caen sobre la ropa,
se deslizan por la piel, empapan el calzado.

Rehacen ríos entubados,
forman arroyos imprevistos,
reblandecen estructuras,
roban visibilidad,
provocan colisiones de metal
y olas que atacan peatones indefensos.

Nutren tallos y hojas,
divierten a los niños pequeños
humedecen el alma de los poetas
y de los enamorados sin remedio.

Confirman las peores suposiciones
de las almas pesimistas
y caen en el drenaje,
mezclándose con las aguas negras.

Se fugan en grietas secretas,
perdidas fuera de la tubería de otro siglo,
herrumbrada y temerosa
clavada en la oscura tierra,
junto al agua de manantial
que alguien decidió esconder,
cubriéndola de asfalto para siempre.

lunes, agosto 03, 2009

Recuerdos


Ex-convento de Actopan, Hidalgo.


Ahí, a la mitad de tandos muros y ventanas inexplicados; oliendo el polvo y el agua secos del pasado, se dio cuenta de que el único habitante de sus recuerdos era él mismo... Y sintió la imperiosa necesidad de compartirlos.

Pero no era posible.