No bastaron todas las palabras
de su lengua y las del extranjero,
con su presunta arbitrariedad
llena de evocaciones, significados
y deliciosos equívocos.
Esas hermosas palabras,
con largas estelas de recuerdos,
colores y sabores siguiendo sus nombres,
imperceptiblemente cayendo en los oídos,
arrancando sonrisas o muecas,
elevando o desterrando ilusiones.
Hizo falta hablar, escribir pero sobre todo
y después de cierto punto, callar.
Observar a su lado, abandonar lo sublime
y convertirse otra vez en sólo una persona,
para poder verla con claridad:
toda piel, sonidos y olores,
desnuda completamente de semántica,
lista para ser creada otra vez.
Muchas gracias por tus palabras. Ya volveré. Abrazos.
ResponderBorrar