miércoles, noviembre 26, 2008

Misma especie

Para el Gambito.

Hubo, quizás, un invierno originario
que te metió el frío en los huesos
y te lanzó al mundo para buscar
sin saber el objeto de la pesquisa
ni las probabilidades de éxito.

Como viejo marino reposas,
desorientado, sobre una roca
a meditar acerca de los vaivenes
y las desgracias.

La curvatura del océano aún no se precisa
y cada ola le da forma a la historia.
No tienes más mentalidad que el agua enorme
que te lleva de un puerto al otro
cruzando vidas y argumentos
como propiedades privadas apenas pisadas
por un ladrón o un turista.

Pertenecemos, te decía, a la misma especie.

miércoles, noviembre 19, 2008

Parque Hundido



Detrás del paisaje, más allá
en aquella zona pública
más privada que una cama.

Miras los árboles desgajar semanas
y a los soles decolorar piedras.
Caminas a través de tus años
por el mismo sendero
de la ruta Tolteca.

El parque se las ha ingeniado
para olvidar su pasado de ladrillos
y conservar el silencio de los transcursos.

El último calor del otoño se concentra
en la glorieta de la palma pequeña;
los niños son como pequeños animales
que completan, sin molestar, el entorno:
los hijos de los que no tenemos hijos
son siempre bellas postales.

Y los apartas de un soplo
para volver al olor del acero,
la textura descascarada de tres capas
de pintura (dos azules y una roja).

Y caes en el vaivén del cuerpo
a la sombra y a la luz, ritmo sin tiempo,
rato sin minutos, íntima infancia recobrada.


lunes, noviembre 10, 2008

Una pausa...



Para mi amor.

Como la respiración de una bestia dormida eres.
El último impulso vital de una flor que se marchita.
Vienes suavemente con ese par de ojos
que escudriñan a todo el que pasa.

No interpretas: imaginas, a partir de lo que ves.
Creo que en el fondo poco te importan los demás.
En tu mente, a tu antojo, todos son lo que deben ser,
lo que viste en ellos, lo que pasa de largo
sin tocar tu silencio perfecto.

Puedes llevarme de la mano
por todas las banquetas del mundo.
Hablo y me río, absorta en un detalle,
confiando en que estás tú para evitarme las caídas
los obstáculos que me amenazan
cada vez que en mi prisa omito al mundo.

Sólo tú puedes responder preguntas como
el color de los zapatos de una vieja
que cruzó la calle siete cuando fuimos al mercado.
O comentar sobre la mirada torva de un hombre
que estuvo en nuestro campo visual cinco segundos.

Maestro de la pausa, fabricante de silencios musicales:
te amo porque eres todo lo que no soy
y recibes todo lo que no tienes.

martes, noviembre 04, 2008

Gota de agua

Foto: Jorge Alatorre, el Don.



Para Hans, desde el río.


Como un temblor,
parpadeo de detalle.
La fotografía deja todo fuera de foco
exceptuando el leve movimiento de la gota,
la piel efímera de un pétalo.

No la vimos abrir;
tampoco morir.
Sólo la encontramos en un momento
en que no era flor ni gota,
sino un algo indescriptible
que nos recordó esos instantes
congelados en el alma,
que se convierten en revelaciones
o querencias.

Así eres tú, gota de agua lejana,
sin verte florecer ni marchitarte,
recuerdo la polémica tanática,
las texturas del regalo
y la certeza fresca
de que vives y peleas
por mirar con tus ojos un mundo
demasiado bello para ser tan cruel.

domingo, noviembre 02, 2008

Viejo, nuevo


Pongo de nuevo las fotografías, las veladoras y cosas que les gustaban. Toda la noche el olor a parafina y flores impregna la casa. Cada una de esas historias parece sacada de la progesión temporal que solemos llamar vida: ya no recuerdo cuántos años tenía cuando comí con Dora bajo el sol; cuando recorrí las carreteras con Iván, asustada de la velocidad; cuando miraba a Adrián a través del licor dulcísimo que se servía en su casa.

Incluso hay casos tan lejanos, que han dejado de ser recuerdos concretos para volverse una esencia, algo así como un color y un espesor del aire que me recuerdan el cariño de una persona, de un gato, de un abuelo. También pienso que hay seres cuya foto debería poner en la ofrenda, porque aunque están vivos ya no lo están para mi.

Me siento nueva todo el tiempo, mis recuerdos son los de alguien más, una mujer que ha vivido accidentadamente muchos años. Yo sigo aquí, jugando a no ser yo como si fuera mi biógrafa, un ser que se levanta cada día sin saber qué hacer con el amanecer ni asumir sus deberes con seriedad. Todos estos muertos me recuerdan muy claramente que somos lo que creemos ser y que sólo a nosotros nos importa.