Para el Gambito.
Hubo, quizás, un invierno originarioque te metió el frío en los huesos
y te lanzó al mundo para buscar
sin saber el objeto de la pesquisa
ni las probabilidades de éxito.
Como viejo marino reposas,
desorientado, sobre una roca
a meditar acerca de los vaivenes
y las desgracias.
La curvatura del océano aún no se precisa
y cada ola le da forma a la historia.
No tienes más mentalidad que el agua enorme
que te lleva de un puerto al otro
cruzando vidas y argumentos
como propiedades privadas apenas pisadas
por un ladrón o un turista.
Pertenecemos, te decía, a la misma especie.
Esa especie, me pregunto, ¿tiene agallas? ¿O tan solo ojos de cristal?
ResponderBorrarUna ves me entro un catarron a causa de un invierno frio...
ResponderBorrarNo hay nada peor que tener agallas.
Saludos.
Las ganas necesarias para descubrir la vida. Abrazos.
ResponderBorrarEs tuyo el poema?
ResponderBorrarSaludos.
En la especie humana haya ejemplares que están más allá del bien y del mal. Hay otros (pocos) que superan a la especie, ya no son lo que parecen ser: están más allá de la humanidad.
ResponderBorrarMe a gustado mucho perderme por su blog, me a sido muy grato he instructivo, es muy completo, muchas gracias.
ResponderBorrarSaludos
Aquí, el gris del cielo se toca los dedos con el río. Tu poema es el soundtrack de este diciembre triste y lejano. No calles nunca.
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