domingo, noviembre 02, 2008

Viejo, nuevo


Pongo de nuevo las fotografías, las veladoras y cosas que les gustaban. Toda la noche el olor a parafina y flores impregna la casa. Cada una de esas historias parece sacada de la progesión temporal que solemos llamar vida: ya no recuerdo cuántos años tenía cuando comí con Dora bajo el sol; cuando recorrí las carreteras con Iván, asustada de la velocidad; cuando miraba a Adrián a través del licor dulcísimo que se servía en su casa.

Incluso hay casos tan lejanos, que han dejado de ser recuerdos concretos para volverse una esencia, algo así como un color y un espesor del aire que me recuerdan el cariño de una persona, de un gato, de un abuelo. También pienso que hay seres cuya foto debería poner en la ofrenda, porque aunque están vivos ya no lo están para mi.

Me siento nueva todo el tiempo, mis recuerdos son los de alguien más, una mujer que ha vivido accidentadamente muchos años. Yo sigo aquí, jugando a no ser yo como si fuera mi biógrafa, un ser que se levanta cada día sin saber qué hacer con el amanecer ni asumir sus deberes con seriedad. Todos estos muertos me recuerdan muy claramente que somos lo que creemos ser y que sólo a nosotros nos importa.

3 comentarios:

  1. "aunque están vivos ya no lo están para mí"
    tsss implacable eres. beso!

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  2. Es muy dulce llegar a asumir que "ser lo que creemos ser" es más real que ser lo que "parecemos ser". La otredad es el camino del reconocimiento, en tu caso son los muertos que es el mejor ejemplo de lo que "queremos ser".

    La fotografía es, para mi, una búsqueda de una "realidad otra". Me emociona que la recibas con alegría.

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  3. Anónimo4:52 a.m.

    Implacable o un poquito bruta, that´s the question.

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