lunes, noviembre 05, 2007

Soy tan imperfecta

Para mi hermano

Mi razón tiene una pata rota y se ausenta convenientemente; por las tardes se va a dar la vuelta sin dejarme dicho cuándo vuelve: ni una notita en el refrigerador para saber cómo esconderme de la incongruencia.

Mis pasiones desconocen el límite siempre que pueden: son como niños despeinados que corren sin dirección sobre la hierba. Ríen y gritan, me encantan como si pudiera observarlas jugar -sentada en una poltrona al sol- mientras se raspan las rodillas, construyen puentes en el riachuelo y se llenan de tierra la cara, felices.

Y está mi cuerpo, marcado por cada una de las batallas pasadas, cansado y curvo, a ratos lleno de ritmo. Su superficie se cruza de tantos secretos, su interior hierve con tal facilidad, que no sé controlar la ráfaga de viento que lo envuelve ni resistir el calor que lo empapa.

Mi voluntad es la única que está siempre de mi parte. Para amar o irse en el peor momento de la fiesta, para empecinarse y retirarse cuando se apaga la última luz. Estoy aquí y me declaro libre de probar lo que se me antoja, de cuidarme tanto como me permiten mis enemigos, de quererlo todo y conformarme con lo que tengo.

4 comentarios:

  1. Lo único que nos pertenece a rajatable, es nuestra propia libertad y la voluntad de hacer lo que nos guste. Abrazos.

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  2. Yo no sé quién sea tu hermano, pero tu hermano seguro que se dedica a construir puentes. Sí, me atrevo a decir puentes, como también me atrevo a decir que seguro les pone nombre y apellidos.

    Yo no sé quién sea tu hermano, pero seguro que conoce de la irreductible necesidad de marcharse.

    Cuando hay que marcharse, hay que hacerlo. Y luego, ya se podrá volver o ya se podrá quedarse lejos en el centro de toda la quietud.

    No sé quien sea el hermano del que hablas. Tal vez sea un hermano al que yo también le llamo de la misma manera. Y tal vez se equivoque igual, y tal vez se arrepienta mucho antes de saber por qué, quién sabe.

    Lo cierto es que para hacer, hay que deshacer. Y para saber, hay des-saberse. Y por eso comulgo con este pensamiento. Porque es un pensamiento que se antoja texto, y es un texto que se antoja lo contrario.

    Cda día reconozco, igual que Auster, que hay un abismo inescrutable entre pensar y escribir. Y a pesar de que lo minemos con el blog, con las palabras, y con las ganas de escupir lo que se nos atora entre las ganas, no me queda duda:

    Todo esto es un ejercicio para perpetuarnos "a pesar". Y sin embargo es una cachetada en las mejillas de la muerte.

    Venga cuando venga, no nos jugará su juego sin quedarse necesitada.

    Dícelo a tu hermano, quien sea. Aún si es el que llevas ahí, muy dentro.

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  3. "Mi razón tiene una pata rota", jeje, creo que la mía no tiene patas, se sostiene por un sistema de vejigas, a veces es tan extraña ella.

    Imperfecciones, ¿qué sería de la vida sin ellas?

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  4. Lo tengo!
    Una vida sin imperfecciones sería una vida perfecta, pero ¿y la emoción de lo inesperado?

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