El mundo se quiebra y se intenta recomponer a cada instante. Es domingo y la avenida me regala un respiro, los autos se esconden en sus cuevas otros cino minutos y el café suena en la taza como un lago sonaría enmedio de la Huasteca. Así de hermosos son los rincones de esta guerra.
Porque allá, en la cocina, crecen las hojas de una papa cambray. Todas las mañanas le hablo, la dejo encargada al sol y me lanzo a trabajar. Mientras tanto, me pregunto la suerte de aquellos amigos que se han ido por nobles o estúpidas razones, y alguien ejecuta personas en todos los pueblos tranquilos que conocí en mi niñez.
No es este el mundo en el que nací, pero está siendo el mundo en donde crezco. El arte de la supervivencia se vuelve lo único importante; mi niño deambula por la casa con sueño; el gato me regaña por comida y descubro que ahora mismo es el primer momento tranquilo que tengo en varios días. El espejo roto en el que vivimos me ha dado una tregua perecedera, pero que es mi única razón para seguir amando esta tierra.
domingo, mayo 27, 2007
martes, marzo 13, 2007
Las razones de mi júbilo
Puedo mirar a través de ti, justo pasando por tu historia de batallas y tu sonrisa a medida de todas las personas. Eres tan diferente, tan alegre y extraño que de pronto tanta luz me ciega y me refleja, como ese espejo que me dice lo mucho que desaprovecho del mundo.
Quizás por eso estoy contigo, por descoincidir y hallar tu ligereza, tus dudas silenciosas, la complejidad que no muestras a nadie pero que de pronto, mirando al gato, se te escurre por los ojos.
Malos tiempos y buenos tiempos han venido. Muchas veces dudo, otras creo que dudas; pero me es suficiente hablar contigo, enfrentarme al cúmulo de preguntas sobre la mesa y al otro lado de ti, para reírme y esperanzarme y darme cuenta de todo lo que somos y de lo que seremos.
Aquí estoy, aquí estarás. Este día de lluvia es una historia más.
Quizás por eso estoy contigo, por descoincidir y hallar tu ligereza, tus dudas silenciosas, la complejidad que no muestras a nadie pero que de pronto, mirando al gato, se te escurre por los ojos.
Malos tiempos y buenos tiempos han venido. Muchas veces dudo, otras creo que dudas; pero me es suficiente hablar contigo, enfrentarme al cúmulo de preguntas sobre la mesa y al otro lado de ti, para reírme y esperanzarme y darme cuenta de todo lo que somos y de lo que seremos.
Aquí estoy, aquí estarás. Este día de lluvia es una historia más.
jueves, marzo 08, 2007
Congruencia

Si no, ¿cómo explicar las amistades truncas, las traiciones, los malos entendidos, los abandonos por tiempo indefinido? No se trata de maldad; es solo falta de memoria y complejidad, ambas normales.
Por eso la vida es un instante en otra ciudad, el atisbo de otras formas de vivir, la cerveza o el mezcal combinados con ligereza y alegría. Más allá de este momento, nadie puede prometer nada sin arriesgar el incumplimiento.
Queda aprender a tomar lo bueno y alejarse de lo que no gusta o no conviene. Somos criaturas limitadas pero aún así, tenemos la capacidad del placer.
domingo, febrero 04, 2007
Domingo, temprano en la mañana
Estabas detrás de un sueño adormilado
el dolor de los músculos no te permitía pensar
el frío se metía por las plantas de tus pies,
te pasaba por la columna vertebral
terminaba en tu cerebro confundido.
Mejor despertar a la nublada vida,
la avenida se hace larga con los autos que silban solitarios
a toda velocidad, para variar.
Mejor ir acostumbrando los ojos a la luz escasa,
al domingo más tranquilo de febrero,
son las ocho y media de la mañana
el día comienza
y el frío va desapareciendo bajo la quieta realidad.
el dolor de los músculos no te permitía pensar
el frío se metía por las plantas de tus pies,
te pasaba por la columna vertebral
terminaba en tu cerebro confundido.
Mejor despertar a la nublada vida,
la avenida se hace larga con los autos que silban solitarios
a toda velocidad, para variar.
Mejor ir acostumbrando los ojos a la luz escasa,
al domingo más tranquilo de febrero,
son las ocho y media de la mañana
el día comienza
y el frío va desapareciendo bajo la quieta realidad.
lunes, enero 15, 2007
Ordenamiento de año nuevo
La casa es un remolino. Es una tierra de nadie conformada por regalos, ropa sucia, una gata llorona y recuerdos de todas partes. Recuerdos, por ejemplo, de mi padre trabajando la madera, o del último viaje que hicimos con tantos atropellos para resignificar el nuevo año.
Allá están los brillantes platos de sopa castellana; la baraja del Cid Campeador, los marcadores de portugués al lado de una botella vacía de vino. Los encendedores apilados (tenemos como para un cataclismo universal) y como siempre los libros, en esta casa con tan pocas superficies dónde acomodar las cosas, y tanto suelo para desperdigar todo, jugar un partido de fuból y simular un día de campo dominical.
Más importante, enmedio de todo esto están los rastros de lo que fue y de lo que puede ser. Nos sentamos desde la cúspide de la sala a mirar a los amigos, a los compañeros, y a trazar con astrolabio planos nuevos, senderos menos llenos de equivocaciones, planes más brillantes decorados con la suficiencia del que se siente amado.
Eso es un año nuevo, pienso, y creo que él lo piensa también. Comienza el lunes con las cosquillas de quien quiere ver todo comenzado, bello, en marcha...
Allá están los brillantes platos de sopa castellana; la baraja del Cid Campeador, los marcadores de portugués al lado de una botella vacía de vino. Los encendedores apilados (tenemos como para un cataclismo universal) y como siempre los libros, en esta casa con tan pocas superficies dónde acomodar las cosas, y tanto suelo para desperdigar todo, jugar un partido de fuból y simular un día de campo dominical.
Más importante, enmedio de todo esto están los rastros de lo que fue y de lo que puede ser. Nos sentamos desde la cúspide de la sala a mirar a los amigos, a los compañeros, y a trazar con astrolabio planos nuevos, senderos menos llenos de equivocaciones, planes más brillantes decorados con la suficiencia del que se siente amado.
Eso es un año nuevo, pienso, y creo que él lo piensa también. Comienza el lunes con las cosquillas de quien quiere ver todo comenzado, bello, en marcha...
martes, enero 09, 2007
Lavando sobre viejas piedras

Me pregunta la jovencísima anciana, aquella lengua que se quedó muchos meses atrás, que cómo está mi corazón.
Le digo que alegre, al lado de los viejos lavaderos del invierno, tratando de comprender porqué hay que acudir a lo más antiguo que podamos para lograr la fuerza que requiere amarrarse a la alegría del momento.
Lavo sobre viejas piedras los nuevos ojos que me confeccioné para este enero. Río abajo los dolores incomprensibles e inútiles, las añoranzas estériles, la ristra de estrellas del recuerdo.
Reabro este espacio para ver trozos de vida y de mundo. Y gracias Liz...
martes, octubre 03, 2006
Bienvenida
Para Luvina
Hubo un tiempo en el que la hierba me saltaba a la vista y era suficiente para emocionarme. Hubo pares de ojos azules, cafés con vetas intrincadas y verdes muy profundos que me acompañaban en la sorpresa de este mundo. Estuve tan convencida del placer de lo trivial que pensé tener asegurada la felicidad por medio de la observación.
Después me convencí de que había otras cosas: el análisis de la mente, la exploración de la pasión y la creación en cualquiera de sus dimensiones. Fue quizás la época en la que más bailé y pensé, descubriendo otros caminos y todos esos mundos pequeños y enormes, que siempre tuvieron como estructura la ilusión y el ansia de permanencia.
Hoy, pequeña, veo los sueños de los que están y los que se han ido. En el lugar donde tu y yo hemos nacido esto significa una mezla desordenada de ideas de la vida, derrotas y triunfos temporales que se enciman unos en otros divididos por asfalto y corrientes de personas apresuradas.
Para celebrar que naciste, que ahora existes, hago un ejercicio mental y le quito no sólo el gris al asfalto y cada capa de hormigón a las paredes de las casas y oficinas. Regreso al punto en el que San Pedro era un caserío con un parque de arbolitos nuevos y más atrás, cuando el río sonaba cerca, las plantas poblaban nuestras calles y los caminos se descubrían o se inventaban a golpe de pie y machetes.
Ahí, es decir, aquí, pudo crecer cualquier flor simple, de esas que hacen bello un lugar. Una flor y el mundo es lo que tengo para esta bienvenida, además de todos los días que nos quedan a ambas (y a todos los demás), por cerrar círculos, abrir sueños y arropar amores. De eso se trata la vida, para eso estamos aquí.

martes, agosto 15, 2006
anclaje
Cuando colgó el teléfono, ya no sabía bien porqué era tan importante aquella llamada. Del otro lado, una voz conocida, ausente por largo tiempo, le había comentado, como cualquier voz, los generales de unos cuantos años de existencia: amores, mudanzas, ciudades, trabajo. Quedó, tras colgar y regresar de una evocación vaga, un ligero temblor de conciencia preguntando razones y significados.
Y eran sólo anclas a una identidad lo que buscaba buscando a aquel hombre. La intención de recuperar por un momento uno de los mejores interlocutores que había tenido, en esta época de ecos escasos. En una instantánea había quedado aquella casa llena de helechos en la que un día platicaron por última vez, alrededor de un mes indefinido de hace unos cuantos años en una colonia invadida por el ruido pero con rincones propicios para esconderse...
Una carta pendiente y un esfuerzo por acostumbrarse a esa voz que había cambiado con la experiencia; un encuentro de fecha incierta y una idea: así juegan los perversos a ser humanos, retando a la paciencia y a la soledad.
Y eran sólo anclas a una identidad lo que buscaba buscando a aquel hombre. La intención de recuperar por un momento uno de los mejores interlocutores que había tenido, en esta época de ecos escasos. En una instantánea había quedado aquella casa llena de helechos en la que un día platicaron por última vez, alrededor de un mes indefinido de hace unos cuantos años en una colonia invadida por el ruido pero con rincones propicios para esconderse...
Una carta pendiente y un esfuerzo por acostumbrarse a esa voz que había cambiado con la experiencia; un encuentro de fecha incierta y una idea: así juegan los perversos a ser humanos, retando a la paciencia y a la soledad.
martes, agosto 08, 2006
tu poema
Respeto cada vez más ese momento en el que despierto (afuera se va desmoronando la noche en agua) y tu duermes sonriendo. Siento el olor de tu cuerpo al moverse y regreso a mi sueño sintiéndote sin término.
Voy queriendo tus palabras cuando las dices (de tan pocas que regalas) . Estás hecho de risas y actitudes que poco tienen que ver con las maneras conocidas de adjetivar un amor.
Tal vez por eso estoy contigo, aún no puedo escribir el libro de tu vida, sintetizarte en prosa o verso, atrapar la constante de tus comportamientos en mis libretas.
Me devuelves los relámpagos como un espejo, me dejas ciega de tanto mostrarme cómo soy: no tan dulce, tan hermosa, tan extraña como creí ser; pero más verdadera y humana.
A ti, el otro lado de mi cama yo le digo: que la forma es importante, pero que el fondo que me vas mostrando con los días es más profundo que el que conocía.
Forma y fondo, así vamos reflejándonos en un diálogo, que implica todos los aspectos incómodos
y superfluos que no tomamos en cuenta a la hora de pensar en el amor.
A nadie como a ti pude llamar compañero, y decirle que lo quiero por construir este amor
con trozos de realidades.
Voy queriendo tus palabras cuando las dices (de tan pocas que regalas) . Estás hecho de risas y actitudes que poco tienen que ver con las maneras conocidas de adjetivar un amor.
Tal vez por eso estoy contigo, aún no puedo escribir el libro de tu vida, sintetizarte en prosa o verso, atrapar la constante de tus comportamientos en mis libretas.
Me devuelves los relámpagos como un espejo, me dejas ciega de tanto mostrarme cómo soy: no tan dulce, tan hermosa, tan extraña como creí ser; pero más verdadera y humana.
A ti, el otro lado de mi cama yo le digo: que la forma es importante, pero que el fondo que me vas mostrando con los días es más profundo que el que conocía.
Forma y fondo, así vamos reflejándonos en un diálogo, que implica todos los aspectos incómodos
y superfluos que no tomamos en cuenta a la hora de pensar en el amor.
A nadie como a ti pude llamar compañero, y decirle que lo quiero por construir este amor
con trozos de realidades.
lunes, agosto 07, 2006
esos temibles objetos...
Llego a la casa. La gata Mariano no desea comerse las sardinas y maulla por sus croquetas habituales. Todo está limpio, ordenado. En el aire húmedo se desliza algo así como un perfume que hace juego con la penumbra de la tarde. Un espacio deliciosamente ordenado para añadirle música, algo de luz y descansar.
De pronto me encuentro, en la mesita de las llaves, con un objeto temible. No lo parece, y más bien da la idea de algo bonito y alegre. Es un cuaderno media carta, color verde, que deliberadamente he intentado traspapelar. Abierto en una hoja con tres teléfonos y una dirección de correo electrónico. Me acerco muy despacio y lo cierro. Lo devuelvo justo a la mitad de la pila de libros, casualmente, y camino hacia otra parte hasta que lo pierdo de vista.
La última vez que escribí en esas hojas fue para despedirme de una persona amada, de mi igual y mejor amigo. Página tras página lloré sentada en un sillón de velatorio, mientras rehuía la visión del ataúd y de su cuerpo, tan el mismo pero sin vida. Al día siguiente, anoté los teléfonos de su padre, la dirección de un amigo suyo.
Está de más decir que nunca llamé a su padre y que el mail que escribí a su amigo nunca tuvo respuesta. Y todavía hoy, cuando el terrible sentimiento del vacío ha quedado reemplazado por una tristeza de baja intensidad y un hueco en los días tranquilos, temo ese objeto, esas palabras que no estoy lista para releer, esos sentimientos que no estoy lista para volver a sentir.
Todos guardamos así, pequeños artículos que representan nuestros secretos, nuestras lagunas emocionales, nuestros demonios. Algunos, para no echarse a llorar de miedo, los exhiben como personajes de circo, pretendiendo que son más grandes que ellos. Otros los esconden e intentan creer que no existen; otros más, como yo, los dejan al alcance de la vista y esperan, con reverencia, el momento para enfrentarlos.
De pronto me encuentro, en la mesita de las llaves, con un objeto temible. No lo parece, y más bien da la idea de algo bonito y alegre. Es un cuaderno media carta, color verde, que deliberadamente he intentado traspapelar. Abierto en una hoja con tres teléfonos y una dirección de correo electrónico. Me acerco muy despacio y lo cierro. Lo devuelvo justo a la mitad de la pila de libros, casualmente, y camino hacia otra parte hasta que lo pierdo de vista.
La última vez que escribí en esas hojas fue para despedirme de una persona amada, de mi igual y mejor amigo. Página tras página lloré sentada en un sillón de velatorio, mientras rehuía la visión del ataúd y de su cuerpo, tan el mismo pero sin vida. Al día siguiente, anoté los teléfonos de su padre, la dirección de un amigo suyo.
Está de más decir que nunca llamé a su padre y que el mail que escribí a su amigo nunca tuvo respuesta. Y todavía hoy, cuando el terrible sentimiento del vacío ha quedado reemplazado por una tristeza de baja intensidad y un hueco en los días tranquilos, temo ese objeto, esas palabras que no estoy lista para releer, esos sentimientos que no estoy lista para volver a sentir.
Todos guardamos así, pequeños artículos que representan nuestros secretos, nuestras lagunas emocionales, nuestros demonios. Algunos, para no echarse a llorar de miedo, los exhiben como personajes de circo, pretendiendo que son más grandes que ellos. Otros los esconden e intentan creer que no existen; otros más, como yo, los dejan al alcance de la vista y esperan, con reverencia, el momento para enfrentarlos.
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