viernes, junio 22, 2012

Viernes

Es viernes a medio día
y las madrileñas insolentes
pasean sus piernas largas al sol,
sonriendo a los pobres miserables
que saben que toda esa carne
se exhibe sin posibilidad de gozarse.

Los árboles crecen sobre los aspersores
y el empleado anónimo del parque
derrama sangre verde con la podadora,
estremeciendo a los corredores
con el aroma vegetal de la muerte.

Un negro a la sombra sonríe y espera,
a que pase la policía para mostrar su mercancía.
Es una cuestión de ritmo, vigilar, saltarse las reglas
y no alterar la paz de los autos que corren por Alcalá.

Es viernes y el sol recorre su camino sin placeres,
hasta los cuerpos tostándose en la hierba
son preparativos para la noche de cañas,
las terrazas salvajes, el olor del cabello mojado
y las calles cruzadas de miradas y de gritos,
la multitud persiguiendo el rastro de la música,
el sexo furtivo, la risa y el discurso que se olvidan.

Y perdidos en lo alto de la barra del Revuelta,
tú y yo, registrando entre besos y espejos
los rituales de este mundo de personajes,
relatando los detalles del instante
para nuestra caja de recuerdos.


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