Ya me habías dicho
que después de la montaña estaban las fortalezas,
las calles del barrio musulmán en Jodhpur
en las que las palabras se vuelven música
porque no comprendes otra cosa
que las miradas y las sonrisas.
Caminábamos entre las multitudes
buscando espejos negros a pares,
metiéndonos en la boca los nombres,
tan sutiles que no pudimos aprenderlos,
tuvimos que practicar mientras reíamos
y dejarnos llevar por la ternura de los hombres,
la timidez implacable de la belleza en las mujeres
y el correteo de los niños, que allí,
siempre son felices.
que después de la montaña estaban las fortalezas,
las calles del barrio musulmán en Jodhpur
en las que las palabras se vuelven música
porque no comprendes otra cosa
que las miradas y las sonrisas.
Caminábamos entre las multitudes
buscando espejos negros a pares,
metiéndonos en la boca los nombres,
tan sutiles que no pudimos aprenderlos,
tuvimos que practicar mientras reíamos
y dejarnos llevar por la ternura de los hombres,
la timidez implacable de la belleza en las mujeres
y el correteo de los niños, que allí,
siempre son felices.
Sonnal y Carlos jugando karam
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Escribe algo. Todas las palabras tienen peso.