Rollende Tonnen, Henri Cartier-Bresson.
Allá nos lanzamos, arriesgados,
aventurando el otro lado del túnel,
deslizando las suelas
con miedo de caer
y mancharnos la ropa
con la turbia materia de lo desconocido.
Brillamos, sí, lo hicimos,
ante los ojos de quienes quedaron atrás:
encarnábamos la posibilidad de lo nuevo
la promesa de lo extraño,
el deseo de una respuesta.
Nadie se imaginaba entonces
que volveríamos tan sólo
con un saco lleno de preguntas.
Interesante poética.
ResponderBorrarSaludos...