viernes, enero 29, 2010

Otra vez tu muerte


La muerte no acecha,
no se presenta,
tampoco se piensa.

No hay nada que en lo muerto,
no sea desintegración y mudo espanto.

Los cadáveres no son amados:
el cuerpo de un amigo en un ataúd
es tan sólo la terrible prueba
de la ausencia de palabra
y la bienvenida de la falta.

Tan estéril, tan ajena,
temida o anhelada,
la muerte apenas nos roza
nos hace patente el doloroso
deber de continuar sin un espejo.

Todavía puedo llorar,
porque aún me hace falta
la voz de tu pasión y las historias
que sólo tú puedes contar.

No quiero, a casi cinco años de serlo,
ser tu sobreviviente.

No quiero morir pero aún quiero
que no estés muerto.

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