jueves, octubre 06, 2005

reblandecidos

El agua llenó el techo de la terraza superior. Las hojas de los árboles y la tierra habían bloqueado la salida de la coladera. La lluvia poco a poco se almacenó, los truenos opacaron el sonido del tráfico, el agua buscó salida.

El muro se llenó lentamente. La pintura se hinchó y por aquí, más allá, surgieron burbujas que explotaron de pronto por su punto más delgado. El agua corría por la pared azul, se escurría hasta el piso, formando un charco helado que crecía y crecía.

La sorpresa de la intrusión nos alegró a todos. Hicimos la brigada para barrer la azotea, los chorros cayeron sobre la banqueta de la calle 7 durante minutos largos, tan fuertemente que nadie se atrevió a asomarse, por no encontrar un peatón empapado y furioso. Otros nos dedicamos a pinchar las burbujas con clips, a secar el piso, a elaborar teorías descabelladas sobre el reblandecimiento de las estructuras.

La tarde terminó antes de lo previsto. Nos lanzamos al tránsito paralizado de la ciudad, los muros quedaron en calma, un poco resentidos por el episodio. Me quedé pensando en el destino de las gotas y los torrentes, en los ríos que todavía buscan su curso con la violencia de las tormentas, en las personas y sus extrañas reacciones ante la humedad.

Qué extraño es lo real.

2 comentarios:

  1. Anónimo3:20 p.m.

    Si, lo real es extraño, sorprendente, espantoso, maravilloso...
    Un fuerte abrazo, querida Furtiva

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  2. De Agua en Veracruz estamos hechos hoy...
    Queda aún mucha agua por devolver a su sitio...
    pero queda mas el temor de pensar que el mar, decida tomar como sitio aquí...donde hoy escribo..
    en fin
    un saludo!

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