viernes, octubre 14, 2005

Agobio solucionado

Atrás no veo más que tinta: en mis manos, en los millones de puntos que se alinean gracias a la banda de datos, en las letras, negras hormigas que se apilan en hojas blancas. Adelante me espera la noche apresurada frente al monitor; el verte cerca pero distante, involucrado en tus propios deberes; más allá, un descanso breve aferrada a tu cuerpo.

Ya voy atravesada de la frente a la nuca por el humo del tabaco. El ruido me embota, ni los cantos de las sirenas me seducen. Comienzo a reírme como defensa. Todavía queda el pasar por aquella oficina vacía, saludar, platicar un poco, tomar una cerveza.

Todo el cansancio se me acumula sobre la espalda. Me viene la tranquilidad del condenado, porque nada puedo hacer para evitar estos trances. Me pregunto si vale la pena, si tiene razón todo este barullo confeccionado, si no fuera mejor explorar otros caminos.

Pero me sigo riendo. Aquí estás, consumiéndome las letras, ablandándome las tristezas, haciéndome cantar enmedio de todos los embotellamientos, entre trago y trago del licuado de fresa.

Lo demás es lo de menos.

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