La muerte
es absurda, caótica, inmerecida;
hermosa,
montada sobre sus metáforas,
modifica
decisiones o querencias,
siempre
limpia, divertida, mira
desde la
barda del cementerio,
nuestros
estúpidos rituales de duelo
rumiados
al cansancio para lograr consuelo.
No tiene
caso visitar tu tumba, o escribir
las piedras
de tu nombre en el espejo,
honrar la
dieta, el cumpleaños y los libros
que
dejaste vacíos de tus ojos, tu mujer
enamorada
y rota, abrazándose a mis huesos
como si trajera
en la ropa aún algo de tu vida.
Tú y todos
mis abuelos ya están muertos,
la niña
que fue madre del sol, tres hermanos
de mi
padre y los amigos, míos y de mi hermana,
jóvenes,
hermosos
y también
equivocados.
La vida,
como su suspensión,
es solamente
un error
un nudo en
la garganta.
que se
pasa tragando.