miércoles, mayo 11, 2005

barrio nuevo

Calles pisadas y vueltas a transitar en horario completo. Van y vienen los balones, las risas de chiquillos y el sol en diagonal de árbol por el camino que lleva a tu casa. Tu casa digo, la casa de alguien más en el pasado, en el futuro.

Alguien conoció el estreno en esas paredes, emocionado quizás tanto como te he visto. ¡Cómo se van pasando los años filtrados en las tuberías y los muros, mirando al techo mientras se escuchan los pleitos de los vecinos, murmullos intencionados pasando por la reja! La pintura se va haciendo vieja, los borrachos salen de la cantina de la glorieta un poquito más cansados cada vez, arrastrando la corbata, la camisa y a las exhaustas secretarias perdidas en sonrisas espesas de alcohol.

Dede un tercer piso se agita el cabello negro de una muchacha temblorosa, queriendo bajar a ver a su novio que la anima a pedir permiso. Una anciana registra el paso de los minutos en el barrio y tu, tu vas dando las buenas noches, entrecerrando los ojos con las caricias, clausurando el mundo y el cansancio entre tus brazos.

De tan viejo y lleno de ruidos estos barrios de la ciudad van desvencijándose sobre sus tradiciones y sus vicios. Pero pasa de vez en cuando que alguien llega con ojos que sólo miran lo que va formándose, que barren el polvo, que alegran las esquinas más sórdidas y declaran, en una magia arbitraria, que la historia está aún por escribirse.

3 comentarios:

  1. Anónimo8:57 p.m.

    Sólo son interesantes estos “ojos que sólo miran lo que va formándose…” Cada uno escribe la historia con tinta de las emociones y de la magía del instante. Y continúa el mundo, siempre lo mismo, siempre diferente... depende de la mirada, y de los actos.
    Besos

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  2. cristal:
    la mirada y los actos... ¡depende de tantas cosas incontrolables! casi da vértigo. Besos.

    somadicta:
    lo dicta el alma, los poros, el momento. a mi me encanta tu colaboración.

    hija de la lágrima:
    indeleble, espero que lo sea. bienvenida y gracias.

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  3. Me gustaba recorrer las calles desiertas por la noche. Cuando ha llovido es mejor y tus pisadas las cuentan los charcos y el navegar de los autos que pasan de vez en cuando rompen con el silencio.
    Las luces dentro de las casas y sus posibles hitorias, el viento en la cara, la luna que se asoma con disimulo, tan de todos y de nadie.
    A las caminatas nocturnas le siguieron los paseos en coche y algún soundtrack a bajo volumen. Las ventanas siguieron estando ahí, iluminadas y dormidas, ambas con tantas historias. Los árboles que trabajan durante la noche quieta para hacernos respirar, porque en su primer turno se dedicaron a darnos la sombra tan preciada.
    A las dos/tres de la mañana deambulando entre los suburbios de alguna ciudad que no sea el DF se respira calma y tranquilidad.
    Son los sentires de un viejo buho de asfalto.

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