sábado, abril 23, 2005

Aizkolari

A ti, punki de la alquimia

En tus muros añejados escóndeme. En tus puertas, derruidas ya, inexistentes desde hace tanto, recíbeme cansada, a punto de caer en los brazos del aire. En tus altas torres, guárdame.

Déjame mirarte venir desde lo verde, alegre y sudoroso, para compartir tus silencios y palabras. Todo lo que tengas que decir lo escucharé atenta en esta alianza sin cuerpo que me has dado, en esta paz sin compromisos, lavada por ausencias que no abandonan, espacios que llevan piedritas en el piso y sonrisas, todas tus sonrisas por un beso profundo en los caminos.

No han sido tus palabras las que me enseñaron a talar sabiamente para que todo crezca. La alquimia del calor dado por la tierra, la renunciación por amor y tu mirada quieta fueron. ¡Cómo crecieron nuestros árboles! ¡Cómo me has llevado de la mano! ¡Cómo no necesitamos del cuerpo para darnos tanto!

Allá te espero, a la vuelta del encino, entre las hojas, como las pastoras, para darle materia a todos estos sueños.

1 comentario:

Escribe algo. Todas las palabras tienen peso.