sábado, agosto 25, 2007

Conexiones

De a poco se me viene encima la tarde soleada. El tráfico me concede una tregua de silencio y por un rato sólo escucho la blanca caída de la luz sobre mi espalda. En mi cabeza hierven las sensaciones como en un remolino confuso, desentonando por completo con la paz del día que ya va muriéndose.

Quedan adelante tantas cosas que me parece que el mundo es una fruta secreta abriéndose por el centro, jugosa y bella en su terrible simpleza. La vida está hecha de destellos, de manos uniéndose en un espasmo, de miradas líquidas apenas adivinadas, de intercambios imposibles de definir. La condición de existencia me atraviesa de lado a lado sin dejar rastros, con sólo un vuelco de corazón para llamar felicidad.

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