martes, noviembre 29, 2005

desvelos

Cómo se pasó la noche entre tantas sorpresas. El orden se alteró, las combinaciones variaron en el mismo escenario. Dice el Fifer "¡qué noche más tonta para ser lunes!", y tiene toda la razón.

Hoy es martes y tengo sueño, se me arrastra la lengua, los ojos por la oficina, las ideas me resbalan dolorosamente por la nuca. Tengo frío en las manos y en los pies, los ojos me lastiman con la luz, el tabaco me sabe a plástico quemado.

Me sirvo un vaso con agua. Me quedo como boba mirando los reflejos. Agua helada como el viento de las siete de la mañana, para que iguale mi temperatura a la de este ambiente insomne. Nada sino transparencia fría sin palabras, que me devuelve la sonrisa y me esconde la ansiedad de saber que aún me queda todo el día hasta encontrarme de nuevo en tu cuerpo, en la cama, en nuestro sueño.

viernes, noviembre 11, 2005

Tu espectro y sus obligaciones

Hey Muriel
since you left town
the clubs closed down
there's one more burnt out lamp post
on main street
down where we used to stroll...

Hey Muriel
I stil hit all the same old haunts
and you follow me wherever I go...


Así te vas y regresas como en sueños, le prestas tu sonrisa a los extraños para reconfortarme por las calles y de reojo, me exiges con tu espectro momentos que no podrían ser de nadie más.

Si huyo de esta ciudad y me refugio en su imagen, en los ojos de los hombres y sus distorsiones, siempre he de volver a aquella, nuestra urbe de parques y restaurantes de platos combinados, en primavera preferentemente, siempre con el reloj encima y birlándole minutos a las explicaciones para estar juntos.

Y si te hago rabiar en una mesa, te cuestiono tantas cosas, me oyes con tanta seriedad, le das peso a mis palabras y difuminas el presente: este presente no tiene tanta luz, todos se van volviendo perros viejos, ya no hay ganas de jugar, de esforzarse, de cuidar a los demás. Todos exigen y se quedan nadando en su propia laguna de justificaciones. ¡Al crecer la gente tiene tanto miedo!

Allá, por los rumbos de San Lázaro, de noche, me quedé con 18 años, en minifalda y agotada, esperándote a la salida del metro y repitiendo: tú no eres Muriel (pero sigues tan en mi vida como entonces, querido).

viernes, noviembre 04, 2005

el mejor lugar del mundo

Cuando voy por las tortillas camino persiguiendo a mi sombra a través del parque: son demasiado pocos los momentos en que salgo de los muros viejos del trabajo para pasar revista a los niños en el brincolín, a los limpiabotas riéndose y al pequeñísimo tianguis que pusieron. Irremediablemente me atraen el sonido de la cumbia, las rosas miniatura y las baratijas que me encantan pero nunca compro.

Regreso por la mitad del prado, dándole la vuelta al kiosko y miro a Angelito, sentado en una banca, robándose el sol invernal en una siesta insinuada. Lo envidio, pero tengo más hambre que sueño. Pienso en los enamorados nuevos, en las palabras viejas remezcladas de anécdotas, en la fórmula infalible y desgastada de la felicidad.

Esta vigilia es de un sueño plácido y alegre; nunca antes estuve segura de dormir sonriendo, y nunca tampoco encontré quién durmiera conmigo en vez de a mi lado. La cama es a partir de ahora el mejor lugar del mundo, como para recorrer todas las calles sin moverme de esos brazos.