domingo, mayo 01, 2005

La belleza sin nombre

¿Quién se atreve en estas noches de infierno, a reírse de todo lo que pasa?
¿Quién no se atormenta, quién anda con calma por las calles más peligrosas?

Te observo desde la confusión más extraña, me resultas tan raro que no puedo más que sonreír. Ah, que la tristeza de aquél me ha puesto en un sitio inesperado, que ando como gata, descolocada y oliendo los rincones desconocidos, sin poder ser más de lo que soy en un momento dado.

Y todas las calles se transforman en calles sin nombre, no me importa nada que no sea escuchar y mirar, de pronto la historia se me cambia de lugar y me sorprendo, una vez más me sorprendo por todo, sin elaborar nada, sin ponerle nombre, sólo el calor de madrugada, el insomnio y la extrañeza de encontrar a quien se encuentra sin quererlo.

Porque ya no sé nombrar el sudor y la carne. Porque tu casa no tiene adjetivos, como no los tuvo la música y la tercera mirada. Porque la mañana siguiente se me fue al otro lado del mediodía y el café pasó por mi cuerpo como por la tangente de esta rueda. Un helado (de limón por favor), las banquetas, este pinche sol inclemente y un cuento para el parque. A la despedida alegre sólo quería llegar a mi propio reino. Y fui muy, muy feliz.

4 comentarios:

  1. suspiro... y me dejas sin aliento

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  3. La confusión me inunda al leerte o será que también necesito nieve de limón para olvidarme del calor que siento.

    Saludos.

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  4. erektor:
    yo suspiro... ¡y me tomo una a tu salud! besos.

    xamiru:
    muere ratita. besitos.

    somadicta:
    nunca se acaba hilandera, es hermosa y terrible, sigamos hilándola...

    a13:
    la confusión es la madre de muchos felices encuentros... de limón con fresa es riquísima. muchos saludos.

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